Muchos responsables de TI reconocen el poder del cloud computing y pretenden implementar esta tecnología dentro de sus propios dominios tecnológicos. Pero con todo el ruido que se oye en el sector con respecto al cloud computing ¿cómo podemos saber por dónde empezar?
¿Qué modalidad de nube es la que conviene a su organización?
Existen tres tipos principales de entornos cloud: públicos, privados e híbridos. Las “nubes públicas” son atractivas para aquellas organizaciones que no quieren adquirir o mantener sus propias infraestructuras o aplicaciones. Básicamente se trata de alquilar una máquina virtual por horas, evitando los desembolsos de capital dentro de las organizaciones de TI.
Si utiliza aplicaciones o datos de carácter confidencial o sensible, obviamente no es buena idea arriesgarse a que esta información quede expuesta en una nube pública en tanto no existan plenas garantías de su protección. Una nube pública puede ser incapaz de cumplir con los estrictos requisitos impuestos por ciertas normativas legales como la HIPAA (Health Insurance Portability and Accountability Act) para datos de tipo médico/sanitario, o la PCI (Payment Card Industry) a las empresas explotadoras, y su naturaleza pública puede además introducir ciertos problemas de gobernanza. Pero si se introducen las soluciones adecuadas centrándose en procesos integrados basados en ITIL® (IT Infrastructure Library®), como por ejemplo la gestión de la configuración, podremos controlar y auditar correctamente los servicios alojados en la nube y automatizar la gobernanza de estas actividades.
Algunas compañías se están creando su propia “nube privada” a fin de mejorar la respuesta de las TI a las necesidades del negocio y para reducir costes. Las nubes privadas son también una idea atractiva para aquellas corporaciones y empresas que prefieren un modelo de procesamiento o de almacenamiento de datos elástico y dinámico. En el seno de una nube privada, se puede aprovisionar dinámicamente a un servicio de negocio que requiera capacidad de computación o almacenamiento adicional. La ventaja de una nube privada es que permite a las organizaciones gestionar la infraestructura y mantener un mayor control sobre ella, pero esto supone traspasar a los departamentos de TI toda la responsabilidad de crear una nube segura, escalable y conforme a las normativas. Cualquier ganancia ligada a una mejor utilización y reducción de costes podría quedar en nada, o verse muy menguada debido al aumento paralelo de los costes de administración y otros gastos operativos. No obstante, el uso de soluciones integrales de gestión de servicios “en nube” permitiría a muchas organizaciones superar con éxito estos retos.
Otras empresas pueden optar por implementar una “nube híbrida”, un entorno compuesto de varios proveedores internos y/o externos. La nube híbrida ofrece la posibilidad de reducir costes basándose en el uso de servicios públicos en nube y disponer del nivel de control y conformidad con las normativas que ofrecen las nubes privadas. Por ejemplo, la empresa puede tener una nube privada y una relación con un proveedor de recursos cloud que le aporte recursos adicionales como pueden ser espacio de almacenamiento o capacidad de procesamiento. Cuando aumenta el pico de demanda, la organización de TI puede que no disponga internamente de la infraestructura física necesaria para responder a esa demanda, pero puede entonces aprovechar su relación con el proveedor de recursos externos y pagar por el uso temporal de los recursos que necesita.
Su nube: una nueva tecnología con los mismos requisitos de gestión
En un entorno donde la capacidad de adaptación a los cambios es crítica para el éxito empresarial, ¿cómo pueden mantener los departamentos de TI el control para garantizar la calidad de servicio exigida y además ofrecer la capacidad de respuesta y los ahorros de costes que se esperan de la computación en nube? La respuesta es la misma que para las actuales infraestructuras físicas y virtuales: una planificación cuidadosa y la elección de herramientas que permiten implementar una gestión de nivel de servicio basada en buenas prácticas. Comprometer a su departamento de TI con una iniciativa estrategia de computación en nube exige saber de antemano y con claridad cuál es el valor que se va a recibir, qué recursos se necesitan y cuál es la modalidad de gestión más eficaz.
La evolución del cloud computing ha ido aportando tecnologías que han madurado más allá de la simple aportación de un determinado nivel de servicio a las empresas. Por ejemplo, la Amazon Elastic Compute Cloud (Amazon EC2) es un servicio web que proporciona una capacidad de computación variable en la nube. BMC Software anunció hace poco que puede optimizar sus despliegues de infraestructura de TI híbrida a partir de Amazon EC2, con lo que los clientes podrán gestionar de manera integral sus entornos físicos, virtuales y cloud. Con ello se ayuda a las empresas a reducir aún más sus costes y su complejidad, utilizando un conjunto integrado y unificado de soluciones de gestión.