El camino de las empresas para construir experiencias offline y online capaces de conseguir en sus clientes un grado de satisfacción tal que garantice su fidelidad pasa, forzosamente, por la mejora continua de sus procesos, incluyendo el desarrollo y el mantenimiento del software y el funcionamiento eficiente de los sistemas. En ese camino, la metodología DevOps ha experimentado una expansión más que notable y ello se debe a que ha demostrado ser un aliado fundamental para los CIOs, en tanto que filosofía que da soporte a la colaboración entre los equipos del área tecnológica y, específicamente, entre los departamentos de desarrollo y de operaciones.
La rápida adopción de DevOps se debe a que ayuda a dar cumplimiento a tres objetivos vitales para las empresas: disponer de una metodología para la creación de software con un “time to market” adaptado a los requerimientos de negocio, garantizar que el software se genera de forma más eficaz y con el menor coste posible y facilitar la integración entre los desarrollares de software y los administradores de sistemas.
Con todo y si bien DevOps ha demostrado con creces sus múltiples bondades, hoy podemos afirmar que DevOps ya no es suficiente y que, ante el panorama de amenazas permanentes a la seguridad de los sistemas de información y las nuevas normativas relativas a la protección de los datos, la seguridad debe ser una parte inherente de esta metodología de colaboración, rebautizada DevSecOps gracias a sus atributos en esta materia.
Junto a la seguridad, la alineación de tecnología y negocio es un segundo imperativo no menos importante. A este respecto, en el mundo del rendimiento de las aplicaciones, es vital contar con una estrategia que, de forma continua y ágil, atienda los requerimientos y cumpla con los objetivos de negocio de las empresas de base tecnológica, es decir, y en la práctica, de todas ellas en sectores tales como banca y seguros.
Esta metodología se llama DevPerOps y debe permitir el establecimiento de relaciones entre los objetivos de negocio y las aplicaciones de forma granular y hasta un nivel profundo de código del software. Solo de esta manera es posible evitar situaciones cómo una mala programación de la que la organización no tiene visibilidad y que, todavía en demasiadas ocasiones, impacta negativamente en la cuenta de resultados.
DevPerOps es la metodología que ofrece una solución efectiva a esta problemática de falta de visibilidad y consiste esencialmente en la introducción del concepto de rendimiento dentro del ciclo DevOps. De esta forma, podemos dotar a todo el ciclo de desarrollo y operación de software de una visión de negocio e incorporar este ciclo, además, al ciclo de vida completa de la organización, como una etapa adicional.
Desde una perspectiva de rendimiento, DevPerOps emerge como el camino más directo para dar cumplimiento a los principales objetivos de negocio, los cuales suelen ser, por este orden, costes, disponibilidad y funcionamiento.
En lo que se refiere a los costes, a nadie se le escapa, y aún menos en sectores como el bancario, inmerso en pleno proceso de transformación, que la competitividad e incluso la supervivencia dependen, por una parte y gran medida, de la reducción de los costes de explotación de las infraestructuras tecnológicas y, por otra, de evitar que el desarrollo y despliegue de nuevo software se traduzca en costes adicionales sin valor directo para el negocio.
En materia de disponibilidad, la prioridad es asegurar que el número de fallos o cancelaciones se encuentre por debajo de los límites marcados en cada organización y aquí, aunque las exigencias pueden variar de una a otra, hay una barrera común a todas ellas y existe consenso en cuanto a que la falta de disponibilidad en ningún caso puede costar la pérdida de un cliente o de una oportunidad de negocio.
Respecto al funcionamiento, el objetivo pasa por asegurar la entrega de datos al negocio a tiempo y ello implica, por supuesto, la reducción de los tiempos de respuesta en el mundo de los procesos online, pero también la mejora de la eficiencia de los procesos batch, a los que no siempre se presta la atención necesaria y, por supuesto, el establecimiento de Acuerdos de Nivel de Servicio (SLA) que realmente se ajusten a la inmediatez que caracteriza los negocios del siglo XXI.
Pero ¿cómo es posible visibilizar y operar en paralelo tecnología y negocio? La respuesta es BOA, una tecnología que permite llevar a la práctica la metodología DevPerOps de forma ágil y efectiva. Para ello y una vez que el software se encuentra operativo y desplegado, se capturan las métricas asociadas a los componentes software para saber, a través de una monitorización continua, cómo está afectando cada uno de ellos a los objetivos de negocio.
De esta forma, si se detecta una ineficiencia o se introduce un cambio en los parámetros de negocio, de acuerdo con unos umbrales determinados y ajustados a cada organización, el componente software implicado será detectado y se determinarán las modificaciones a realizar en el mismo para que los objetivos de negocio marcados no se vean afectados.
En este sentido, y de forma general, las incidencias detectadas en el software como consecuencia de una mala programación suelen solucionarse con solo aplicar mejoras sencillas orientadas a cambios en el propio código en la base de datos, o bien, a través de un rediseño en la forma en la que se consumen los datos, identificando de forma clara cuáles son las aplicaciones, y dentro de ellas, qué partes del proceso provocan un mayor impacto en el negocio.
Esta etapa de vigilancia del rendimiento continuo aporta importantes ventajas adicionales, empezando por una visión global y estratégica del rendimiento de la instalación. Además, la organización cuenta también con capacidad para detectar de forma inmediata los elemento que afectan a los objetivos de negocio y, en consecuencia, se pone en disposición de poder reducir de forma efectiva el número de incidencias y de incumplimientos.
En conclusión, la metodología DevPerOps implica agregar a DevOps una capa de rendimiento que será necesario adaptar dependiendo del grado de madurez de cada instalación, pero que, en cualquier caso, ofrecerá a la empresa más visibilidad y capacidad real para que la tecnología sea la que está al servicio del negocio y no al contrario.
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