Christian Floerkemeier, Director de Tecnología y Cofundador de Scandit, nos habla de la dualidad existente entre smartphone y código de barras, una combinación que ha permitido transformar las interacciones y el acceso sin contacto a la información.
De la noche a la mañana, la pandemia impuso un nuevo paradigma a las TI: unificar los
mundos físico y digital bajo un modelo sin contacto. El despliegue de la tecnología de
visión artificial en los smartphones cotidianos responde a esta necesidad, impulsando
una nueva era de negocios “contactless”.
El punto de partida de esta revolución es el código de barras. En este año marcado por
el coronavirus, las soluciones sin contacto que utilizan códigos de barras y QR han
acelerado un mundo sin contacto. Los códigos QR, que parecían una reliquia de
principios de la década de 2000, han encontrado una nueva vida durante la pandemia:
Gartner estima que el 80% de los servicios de pedidos, empaquetado y pagos se habrán
sumado a la ola sin contacto en 2024.
Escanear códigos de barras o QR desde los dispositivos personales está resultando una
forma práctica y asequible de conectar los mundos digital y físico de forma segura. La
visión artificial -la extracción de información de las imágenes- de forma sencilla, permite
que los objetos físicos escaneados activen flujos de trabajo o acciones personalizadas.
Además, la combinación de esta solución junto a la realidad aumentada y otras
tecnologías digitales en los smartphones crea nuevas posibilidades para trabajar e
interactuar de forma segura con el mundo físico.
Smartphone, el gran catalizador
Este puente entre lo físico y lo digital se ha acelerado gracias a la convergencia del
Internet móvil de alta velocidad con dispositivos personales cada vez más potentes. Ya
hubo intentos en el pasado, como los “wrappers” inventados por los ingenieros de
software en los años 90, capaces de conectar sistemas y objetos dispares escritos en
códigos diferentes. Hoy, el smartphone combinado con el código de barras, está
demostrando ser el gran catalizador.
Según las estimaciones de GlobalData, la visión artificial se implementará en múltiples
aplicaciones y sectores, alcanzando un valor de mercado de 23.000 millones de euros
en 2030, frente a los 3.000 millones registrados en 2019. Entre las posibles aplicaciones
figuran la inspección de mercancías y el control de calidad, los diagnósticos sencillos
mediante imágenes médicas o el recuento de personas en áreas determinadas, entre
muchas otras posibilidades.
Lograr que esta tecnología pueda utilizarse sin contacto al incorporarse un smartphone
ha impulsado aún más este “combo tecnológico”. Durante la pandemia, ha sido clave
para preservar la salud de ciudadanos y trabajadores en numerosas situaciones:
repartidores que minimizan el contacto con los paquetes al recoger los artículos con un
simple escaneo desde su smartphone o destinatarios que firman la recepción de los
paquetes escaneándolos en la puerta de su casa.
Igualmente, médicos, profesionales sanitarios y personal administrativo de hospitales y
centros de salud utilizan los teléfonos inteligentes para escanear códigos de barras en
viales de vacunas o muestras de pruebas, documentando los procedimientos de forma
precisa, segura y eficaz. Consisten principalmente en utilizar realidad aumentada
ampliando el valor de la visión artificial. Por ejemplo, los voluntarios que prueban las
vacunas pueden recibir formación y orientación en su propio dispositivo móvil,
contribuyendo a agilizar los esfuerzos nacionales de vacunación.
Ampliando los ecosistemas
Estos nuevos ecosistemas digitales pueden ir mucho más allá, incorporando
infraestructuras físicas como edificios de oficinas y locales públicos etiquetados con
códigos QR, para transformar las interacciones de los ciudadanos con las instalaciones.
El método de integración es tan democrático como sencillo, ya que basta con tener un
móvil. Es un cambio prometedor en múltiples ámbitos, incluyendo las smart cities.
La visión artificial también puede integrarse con otras tecnologías digitales, como el
blockchain. En este caso, el escaneo de un artículo con código de barras podría validar
el estado del artículo físico -como las vacunas-, que luego queda registrado a prueba de
manipulaciones y asegura la procedencia de las mercancías, incluyendo por ejemplo el
hecho de que la vacuna se transportó a la temperatura correcta.
La convergencia de las redes de telefonía móviles, el IoT y la visión artificial ha permitido
dar una respuesta ingeniosa y segura a una pandemia devastadora, con el código de
barras como punto de partida. La confluencia de tecnologías, y la futura incorporación
de otras, promete cambiar la forma en que interactuamos con el mundo físico, incluso
mucho después de que Covid-19 deje de ser una amenaza.