“La crisis del siglo”, “la peor recesión desde el fin de la Guerra”… Son sólo algunos de los titulares en los medios sobre el momento actual. Nadie puede decir hoy cuán grave y cuánto tiempo durará la recesión, pero lo que está claro es que no será la última. Los expertos predicen que las crisis serán más frecuentes en el futuro. Por ello, muchos buscan maneras de prepararse para ellas. Aunque no exista la receta perfecta, ni una solución simple y rápida a todas las amenazas que plantea la pandemia de la COVID-19 u otras posibles crisis futuras a la economía, se pueden identificar factores que explican por qué, abordando mercados similares, algunas empresas se ven más afectadas.
En primer lugar, es útil dividir las crisis en dos fases. La primera consiste en reaccionar rápidamente a sus efectos a corto plazo y, por lo general, se trata de conseguir limitar los daños. En el caso de la COVID-19, esta primera fase comenzó para la mayoría de las empresas con la clasificación por parte de la OMS como una pandemia mundial y el confinamiento a gran escala. De repente, trabajar en oficinas o fábricas con estrecho contacto con colegas ya no era una opción. Los que no pudieran pasar rápidamente al trabajo desde casa estaban en desventaja. En esta situación, la nube es la principal fuente de flexibilidad.
Tal vez nuestro propio ejemplo pueda ilustrarlo: En GFT, pudimos enviar a nuestros casi 6.000 empleados de las oficinas a sus casas en 48 horas ya que teníamos una sólida infraestructura en la nube, así como las regulaciones de RRHH, la mayoría del hardware y la cultura corporativa correspondiente. Habíamos trasladado la mayoría de nuestras aplicaciones y datos a la nube hacía años, como parte de nuestra estrategia corporativa, y las personas y la organización ya habían practicado. Con una infraestructura de TI basada en servidores locales y los procesos correspondientes, esto no habría sido posible. Los que sólo empiecen a pensar en la transformación cuando la crisis ya está aquí lo encontrará muy difícil.
La primera fase de la crisis de la COVID-19 terminó con la desescalada, pero ya está claro que nuestro mundo es diferente. Incluso cuando la pandemia termine por completo, nunca volveremos a trabajar de la misma manera. Sin más digitalización, no será posible volver a la producción normal y los cambios que esto traerá consigo permanecerán.
En la actualidad, hemos experimentado cómo nuestras vidas se han digitalizado y virtualizado extensamente. Eso ha ocurrido con nuestro trabajo pero también en general, en todas las interacciones humanas. Es irreversible y eso exige que cada vez más los productos y servicios de la industria se digitalicen. La interacción física tradicional, desde ir a comprar a una tienda a sentarse en la terraza de un bar, nunca volverán a ser la de antes de la pandemia. Los que sepan integrar mejor los aspectos digitales con sus productos y servicios serán los que menos dificultades tendrán para seguir siendo relevantes tanto ahora como a largo plazo.
Estamos seguros que la crisis actuará como aceleradora de la digitalización. Sin embargo, la transformación digital no debe ser sólo la transferencia de procesos y modelos de negocio antiguos y a menudo obsoletos al mundo digital, sino que debe utilizarse como una oportunidad para centrarse más fuertemente en el cliente y sus necesidades, para desarrollar nuevos y modernos productos y servicios. La nube también es una tecnología clave para ello, ya que promueve la orientación al cliente y la agilidad, simplemente por las posibilidades de analizar los datos de los clientes y el procesamiento de ellos en tiempo real. Además, las soluciones en la nube son independientes de la ubicación, generalmente más seguras que los servidores de la empresa, a menudo son más baratas y siempre actualizables. Ofrecen ventajas de escalado y coste que serán indispensables en el futuro.
Por esta razón, muchas empresas industriales comenzarán a reorganizar su estructura de TI después de la crisis.
Sin embargo, para la digitalización de la industria, no sólo el uso óptimo del cloud es crucial, sino que deben incorporar las cosas al mundo digital: usar IoT para extraer datos de cualquier tipo de máquinas, plantas, etc. Pero, sobre todo, hay que vincularlos con los procesos de negocio. Una plataforma IoT debe servir, no sólo para mejorar la automatización, sino que debe permitir, basándose en reglas definidas o usando Inteligencia Artificial, que los entornos físicos tengan la flexibilidad necesaria para afrontar futuras crisis.
En definitiva, quienes revisan constantemente los puntos anteriores están preparados de una manera óptima para las crisis. Pero también hay que tener en cuenta que no hay un remedio único, simple y rápido. En general, la resiliencia frente a las crisis y el éxito sostenible son el resultado de decisiones estratégicas a largo plazo. No hay razón para renunciar: ¡el mejor momento para empezar a prepararse es ahora!
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