La generación Y (los nacidos a partir de 1978) ha presenciado la edad de oro de internet y se ha acostumbrado al poder que ésta confiere y a que su voto cuente. Intentar controlarlo conllevaría privarles del derecho al voto. Al otorgarles poderes, se convierten en una mano de obra optimista, dada al diálogo entre participantes y a la colaboración solidaria. Además, los de mi generación (la del baby boom) nos estamos empezando a retirar llevándonos con nosotros los más valiosos conocimientos jamás acumulados. En las dos últimas décadas, los programas de gestión del conocimiento no han conseguido retener estos conocimientos ¿acaso es la Web 2.0 la esperanza para conseguirlo?
Los proveedores de software empresarial sólo alcanzarán dicho objetivo si convencen y forman a las nuevas generaciones. Con el tiempo se darán cuenta de que la Web 2.0 no sólo se basa en colaboraciones y tecnología web interactiva, sino en conferir poder a sus usuarios y en ser capaces de atraer a una masa crítica de usuarios externos al círculo de confianza.
Evidentemente, habrá que controlar lo que se revela. Sin embargo, en lugar de tratar el contenido de la Web 2.0 de sospechoso, las empresas deberían proteger la información que deban controlar y abrir las puertas al resto. En la conferencia Enterprise 2.0 de junio, Pfizer explicó cómo utilizaban la tecnología de código abierto para impulsar la colaboración Web 2.0. Es una decisión valiente en el estricto mundo farmacéutico, pero tienen bien delimitadas las fronteras sobre la regulación del contenido. Han creado una visión y una realidad que utiliza la misma tecnología que Wikipedia para dar vida a Pfizerpedia, un wiki de procesos e ideas que se introducen en las áreas de investigación y fabricación más importantes.
Todo apunta a que el cambio en las empresas probablemente proceda del exterior. Si trabajas con información, seguramente utilizas Google con mayor frecuencia que cualquier otro sistema interno. Estas páginas web pondrán más expectativas en los sistemas internos utilizados y exigirán que se integre la información con estas fuentes externas. La Web 2.0 tiene una respuesta para esto: una técnica de integración conocida como “remezcla”, que permite mezclar información procedente de múltiples fuentes utilizando el mismo navegador web como punto de integración. Estas fuentes externas de información proporcionan algo que nuestros sistemas internos de información nunca podrían ofrecer: una masa de opinión crítica gracias a la llamada “sabiduría popular”.
La Web 2.0 revolucionará el mundo de los negocios, y no tan solo el modo en que empleamos la tecnología. Los empleados utilizarán esta libertad de expresión para hacer llegar su valoración a la empresa. Los clientes se convertirán en parte activa del proceso de toma de decisiones y ayudarán a diseñar productos y servicios más imaginativos.
Como en toda nueva oportunidad, los riesgos existen, y adoptar la Web 2.0 no está libre de riesgos. Sin embargo, las empresas más inteligentes ven las oportunidades que subyacen tras este sistema y están dispuestas a asumir los riesgos.
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