Raúl Álvarez, director de Ventas de BMC Software para España y Portugal, expone las ventajas a la hora de aplicar automatización durante los procesos de despliegue de aplicaciones en los puestos de trabajo y otros equipos de las empresas.
A diario, en todo el mundo, los administradores de sistemas permanecen atrapados en salas de reunión tratando de averiguar qué ha fallado en el último despliegue de una aplicación importante. Esto es debido a que la mayoría de las organizaciones no entienden que es posible desplegar de forma automática y satisfactoria los diversos componentes –muchos y con una dinámica de cambio muy rápida- que requiere una aplicación multinivel moderna, basada en Web.
La vía de salida consiste en automatizar el despliegue de las aplicaciones para evitar errores de configuración y establecer tiempos de actividad más amplios para esas mismas aplicaciones, lograr despliegues más coherentes y uniformes, niveles de cumplimiento superiores y menores costes de administración.
Reconocer los fallos de la gestión de versiones
Ya que el despliegue de las aplicaciones puede ser un factor crítico para lograr los objetivos de negocio, han de desplegarse de forma rápida, a bajo coste, sin afectar a otros sistemas y además han de garantizar el cumplimiento con las directrices internas de la organización y las normativas legales y sectoriales.
Los cuatro pasos a seguir para lograr un óptimo control del despliegue de aplicaciones son:
• Empaquetado — La creación de múltiples elementos de configuración que deben desplegarse a la vez.
• Despliegue — Utilizar los contenidos de un paquete de instalación para implementar las aplicaciones y configurar sus entornos de operación.
• Promoción — Entrega de un paquete de pruebas a un entorno de mayor criticidad, por ejemplo desde el entorno de desarrollo a QA o desde QA a producción.
• Cumplimiento — Documentar que se han seguido los procedimientos de despliegue adecuados y validar las configuraciones implementadas.
Estos pasos, aparentemente sencillos, a menudo se ven dificultados por la complejidad de los entornos de aplicación actuales y por las propias organizaciones de TI. Cada componente ha de configurarse de forma correcta para que pueda funcionar con las versiones actuales de cualquier otro componente que forme parte de la aplicación. Con el tiempo, los pequeños cambios en las configuraciones puede ocasionar problemas al variar la mezcla de componentes, a medida que se localizan y resuelven fallos o al añadir nuevas funciones.