Para Miguel Garrido Miranda, Responsable de Cloud Native Applications en Paradigma, es necesario permanecer en continua adaptación a la hora de diseñar nuevas soluciones y aplicativos.
“Fail fast and cheap. Fail often. Fail in a way that doesn’t kill you”. Esta frase del informático y filósofo americano Seth Godin resume a la perfección lo que debería ser la vocación de una empresa orientada a la innovación: no tener miedo a fallar en lo que hagamos y probar hasta encontrar la solución que mejor se adapte a nuestras necesidades debería ser el axioma de cualquier organización. A fin de cuentas, de un fallo se aprende más que de cien aciertos.
Hace unas semanas, un amigo me comentaba que el mundo de la tecnología cambia tanto que parecía imposible “estar a la última”. Tengo que reconocer que en la industria tecnológica existe esa sensación de llegar siempre tarde a todo, que cuando parece que ha llegado una solución definitiva sale algo nuevo que lo mejora. Y, sinceramente, es una sensación estresante a la vez que apasionante, porque gracias a ello no paramos de aprender y descubrir.
Lo que ocurre es que para poder sobrevivir en este mundo gobernado por la tecnología, no es que tengamos que adaptarnos sino que debemos estar diseñados para permanecer en continua adaptación: ya no existen soluciones diseñadas para sustentar durante 40 años un negocio, porque tanto la tecnología como el negocio cambian cada día. Quizá si nos esforzamos, podamos estar a la última a un año vista, con suerte…
De hecho, si echamos la vista atrás, en las últimas tres décadas, las grandes compañías contaban en años el tiempo que pasaba entre cada una de las releases de sus productos (Oracle, Windows…) y el mundo entero esperaba con expectación el momento para poder incorporarla lo antes posible en su organización.
Sin embargo, ahora todo es diferente. Sin ir más lejos, en 2017, la comunidad GitHub alcanzaba la cifra de 24 millones de desarrolladores trabajando en 67 millones de repositorios. Si pensamos que cada uno de estos repositorios son potenciales productos que pueden ser adoptados en nuestra empresa, nos damos cuenta del cambio de paradigma en la industria del software y, por consiguiente, de la necesidad de cambiar la forma de concebir la tecnología por parte de las compañías.
Por eso, las empresas que han aprendido a convivir en un estado de beta permanente o innovación continua son las únicas capaces de utilizar las herramientas más apropiadas para cada caso y las únicas preparadas para ofrecer a sus clientes servicios que estos demandan antes que la competencia, adelantándose al mercado.
Adicionalmente, estas compañías tienen una ventaja competitiva muy importante y es que dejan de estar atadas a soluciones y a condiciones impuestas por los fabricantes de tecnología, con lo que pasan a ser dueñas de sus propias decisiones.
Para conseguir convivir con este estado es fundamental que una compañía tenga una vocación casi obsesiva por la innovación, con una organización y cultura que les permita enfocarse en buscar herramientas y soluciones que aporten valor a su negocio. Conceptos como cultura DevOps, en la que los equipos están enfocados en la mejora continua aportando valor al negocio; y metodologías ágiles, que permiten reducir el tiempo de entrega de este valor, ayudan a probar sin riesgo a cometer errores que puedan perjudicar a nuestra compañía.
Pero no todo es tecnología, también la organización es fundamental: contar con un equipo de profesionales (propios y ajenos a la compañía) que aporten experiencia y ayuden con la toma de la mejor decisión tecnológica es clave para poder estar adaptado a esta visión de beta permanente.
Durante 2017, las compañías de tecnología estadounidenses coparon el top cinco en gasto en desarrollo e innovación, con una inversión total de 76.000 millones de dólares. Entre ellas, Amazon lideró el ranking, invirtiendo 22.600 millones, un 41% más que en 2016, año en que también fue líder. Estos números nos dan una idea de lo serio que se toman las compañías líderes su inversión en innovación y desarrollo.
Dar el primer paso, formar un equipo y definir un mapa de trabajo basado en la innovación en tecnología que ayude al negocio deberían ser los puntos clave en la estrategia corporativa de cualquier empresa innovadora. Como decía también Mark Twain, “dentro de 20 años estarás más decepcionado por las cosas que no hiciste que por las que hiciste. Así que suelta amarras, navega lejos de puertos seguros, coge los vientos alisios. Explora. Sueña. Descubre”.