A finales del año pasado, España se comprometió, como parte de la estrategia a largo plazo de descarbonización de España a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero un 90% para el año 2050 respecto a 1990. Por su parte, la presidenta de la Comisión Europea Ursula Von Der Leyen ha propuesto aumentar el objetivo de reducción de las emisiones en la UE para 2030 de un 40% a un 55%. Estas iniciativas sobre el cambio climático son dignas de aplauso, pero también es necesario analizarlas más de cerca para ver si en detalle son lineales o circulares. Si no estás seguro de lo que esto significa, a continuación, encontrarás un pequeño resumen de la economía circular.
Según la definición de la Fundación Ellen MacArthur, la economía circular se basa en los principios de diseño para eliminar los residuos y la contaminación, mantener los productos y materiales en uso, y regenerar los sistemas naturales. Es circular porque los productos y materiales se mantienen en uso durante más tiempo, y tienen múltiples ciclos de uso a través del intercambio, la reparación y el reciclado. Este enfoque contrasta con la economía lineal de “obtener-fabricar-usar una vez durante un periodo de tiempo relativamente corto, desechar y reemplazar”, que utiliza materias primas insustituibles y genera cantidades inmanejables de residuos y contaminantes.
Más allá del cambio climático, hay razones de peso para adoptar un modelo circular. Las investigaciones muestras cómo la economía circular ofrece una oportunidad económica de 4,5 trillones de dólares al reducir los residuos, estimular la innovación y crear empleo. Los nuevos modelos empresariales centrados en reutilizar, reparar y refabricar, así como los modelos de intercambio, también ofrecen importantes oportunidades de innovación. A medida que el mundo comienza a salir poco a poco de punto álgido de la pandemia, se ha informado ampliamente de que las economías globales podrían disfrutar de enormes impulsos económicos si los países abandonasen sus enfoques lineales sobre los materiales y recursos y adoptaran plenamente el enfoque de la economía circular y las iniciativas impulsadas por la sostenibilidad.
Adoptar la economía circular requiere un enfoque holístico desde los gobiernos y las empresas, quienes deben alejarse de forma colectiva de la tradicional cultura lineal de usar y tirar. No obstante, la clave es evitar los residuos desde un primer momento. En una economía circular, la fabricación de productos comienza con el uso exclusivo de materias primas sostenibles con las que después se diseña para que duren, lo que significa no solo fabricar artículos que duren lo máximo posible, sino también fabricarlos para que sean fáciles de reparar, de modo que la cultura de desechar y comprar uno nuevo se reduzca lo máximo posible. También se diseñan para permitir que sean reciclados una vez alcanzan su verdadero punto de obsolescencia.
El sector de la tecnología es especialmente conocido por sus residuos, dado que las actualizaciones regulares, las mejoras y la obsolescencia de la tecnología hacen que reemplacemos artículos con regularidad. A pesar de que algunos productos duran más que otros, los monitores por ejemplo suelen ser reemplazados cada 13 años, mientras que los smartphones se reemplazan cada dos años, las investigaciones muestran que los productos electrónicos suelen durar dos o tres años menos de lo previsto cuando fueron diseñados.
Entonces, ¿quién decide cuanto tiempo es utilizado un producto antes de tirarlo a la basura? La realidad es que muchos productos se estropean demasiado pronto tras la compra y luego no pueden repararse o reciclarse. Gran parte de la responsabilidad recae directamente sobre los fabricantes que los diseñan para un único y breve uso, con una obsolescencia prematura incorporada, en lugar de diseñarlos siguiendo las normas de la economía circular.
No tiene por qué ser así. Hay razones de peso para fabricar productos de larga duración que puedan ser reacondicionados después para el mercado de segunda mano por reparadores cualificados o, si no es posible una reparación económicamente viable, descomponerlos en partes reusables. La idea de que los consumidores no se preocupan por el ciclo de vida de los artículos que compran esta perdiendo peso a medida que aumenta la tendencia de comprar en marcas sostenible. Según Kantar, esto se ha visto reflejado en mayor medida durante la pandemia, ya que 1 de cada 5 compradores, y subiendo, toma constantemente decisiones de compra influidas por su deseo de reducir sus residuos de plástico.
La conclusión es que los productos duraderos son buenos para los negocios en muchos aspectos. Este beneficio comienza con la elección de materias primas sostenibles tanto para la fabricación de los productos como para los consumibles, que de otra manera serían materiales que se agotarían como recurso y sería cada vez más escasos y caros hasta que acaben por agotarse, lo que conllevará otras consecuencias medioambientales impredecibles, en particular si afectan al hábitat o al ciclo de vida de plantas y animales. Después, los productos diseñados para ser duraderos, como los dispositivos de Lexmark que están intencionadamente diseñados para durar 7 años o más, mucho más que la media del sector, son una buena inversión empresarial, dado que su tiempo de funcionamiento mejora debido a que se reducen las interrupciones provocadas por el reemplazamiento o introducción de nuevas tecnologías. Los productos diseñados de forma circular también suponen un ahorro para la empresa gracias a la reducción en el consumo de energía, a un ciclo de actualización más largo y el uso de funcionalidades tecnológicas como el mantenimiento en remoto, basado en el análisis predictivo y el servicio bajo demanda para garantizar que se mantengan en funcionamiento tanto tiempo como deban.
Mucha gente cree que la economía circular es un sinónimo de reciclaje, pero el reciclaje es solo una parte. Diseñar desde el principio para garantizar que los productos duren más tiempo simplemente reduce los residuos y la necesidad de reciclar, lo que a su vez consume mucha energía. Por supuesto que no hay que dejar de reciclar, pero, si no se fabrican o compran productos que estén diseñados para durar desde un primer momento, se está haciendo solo la mitad del trabajo.
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