En apenas unos pocos meses, el panorama económico ha cambiado de manera considerable debido a la crisis de la COVID -19. Esto ha hecho aparecer una economía “a distancia” que se consolida ante esta situación de incertidumbre. La presión aparece también sobre el departamento de TI, que ahora debe ser capaz de ofrecer una solución fiable y flexible para el teletrabajo, sin olvidarse de buscar, al mismo tiempo, vías de ahorro para la empresa. Es en este escenario que la nube ha aparecido como una estrategia clave.
Para las empresas, este marco se ha traducido en la implementación de todas aquellas tecnologías que permitan el despliegue y puesta en marcha del teletrabajo de forma masiva y el impulso del trabajo colaborativo en todos los departamentos de la empresa. La relación entre clientes y empresas también ha evolucionado con los nuevos servicios de atención al cliente que demanda la crisis.
En los sectores que utilizan canales de comunicación 100% digitales (mensajería instantánea, chatbot, etc.) se ha redescubierto la telefonía. Y en la mayoría de los casos, hemos visto una intensificación de la voluntad de las empresas de impulsar la transformación digital a través de, entre otras cosas, la integración de soluciones de comunicaciones unificadas y de colaboración. Para muchos CIO, la fase inicial de la pandemia ha servido de laboratorio experimental.
Sin embargo, tras el inicio del curso académico y a medida que la crisis continúa, los equipos directivos esperan que el CIO ofrezca una solución definitiva, segura y flexible para la empresa; una solución acorde con las expectativas de los usuarios, muchos de los cuales han probado aplicaciones* procedentes del ámbito privado sin ser conscientes de los riesgos de seguridad que ello conlleva.
La adaptación de empleados y clientes a estos servicios a distancia ha sido rápida, lo que no debe sorprendernos por varias razones. En primer lugar, las empresas europeas tienen una base tecnológica que en los últimos meses ha demostrado ser muy resistente. Las infraestructuras de telecomunicaciones, informática y telefonía puestas en marcha en los últimos años han permitido gestionar un volumen de actividad que nadie podía prever antes de esta crisis. Los colaboradores también se han familiarizado rápidamente con las herramientas de teletrabajo como la videoconferencia.
En segundo lugar, para los fabricantes de tecnología, ha sido claramente un motivo de gran satisfacción observar que, en esta crisis, su capacidad de innovación y la de sus clientes y socios ha permitido esta capacidad de resiliencia en toda Europa.
Por último, y en contra de la creencia popular, la crisis de la COVID-19 no ha puesto de relieve ni el retraso ni el exceso en las inversiones de Europa en el campo de las infraestructuras tecnológicas. Por supuesto, todavía existen diferencias en la madurez en el uso y en las inversiones tecnológicas entre las distintas empresas europeas, pero gracias a la nube, empieza a aparecer una cierta convergencia.
Un reciente estudio realizado por SpokingPolls, muestra que las empresas europeas habían comenzado a migrar a la nube mucho antes de esta crisis. Esto no va a suponer un cambio en la tendencia, reconocida por las empresas (el 44% son favorables según ese mismo estudio), en su disposición a cambiar el modelo tecnológico de su telefonía, algo también favorecido por el fin de la RTC. Por el contrario, estamos siendo testigos de una explosión del teletrabajo y, de hecho, de un entorno de trabajo ampliado.
El estudio también nos señala que las empresas europeas han emprendido varias medidas para ser más ágiles sin dejar de dar la misma importancia a la calidad de su infraestructura. En lo relativo a los usos, los criterios de selección expresados muestran una cierta madurez tecnológica en cuanto a las soluciones propuestas para migrar las soluciones de telefonía a la nube, ya sea la nube privada, híbrida o pública.
La nube, y el SaaS en particular, han sido identificados por los departamentos financieros como nuevos aliados en la búsqueda de ahorro de costes, y los responsables de las empresas confían en el CIO para llevar a cabo esta transición. En efecto, estos tiempos de confinamiento y restricciones a la movilidad revolucionan las exigencias en materia de SLA (Service Level Agreement), y en particular de GSLA (Guaranteed Service Level Agreement), y el CIO debe ser capaz de planificar esta migración, aunque sólo sea para contribuir al esfuerzo financiero exigido por las empresas para contrarrestar los efectos de la crisis económica que se desarrolla paralelamente a la crisis sanitaria.
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