El litio está llamado a ser uno de los materiales centrales en la transición energética en la que ya está inmersa la sociedad y la economía mundial.
“El litio ejerce un papel crucial en la descarbonización de la economía, ya que es un componente clave para la lucha contra el cambio climático. Las baterías de iones de litio son un factor clave para una economía hipocarbónica, o incluso para llegar a crear una economía neutra de emisiones de carbono, tal y como persigue la Unión Europea”, confirma José Luis Costales, managing director de Accenture de Industry X Engineering & Manufacturing en España, Portugal e Israel.
Las características particulares que reúne el litio son las que están impulsando su uso. “Es el metal más ligero y posee una gran capacidad para almacenar energía. Es por esto que la industria, en su búsqueda de la eficiencia en los equipos destinados a almacenar energía que sean más ligeros, más reducidos y con más capacidad de almacenaje, haya apostado por el litio en lugar de otros metales, como el sodio y el magnesio, o el hidrógeno”, expone Juan José Montiel, profesor de EAE Business School.
Por ejemplo, las baterías de los automóviles eléctricos están compuestas principalmente por este metal blanco, por lo que es fundamental para afrontar la electrificación de la movilidad. “Sus cualidades de ligereza y gran capacidad de almacenamiento han hecho que la industria del automóvil se haya decantado por el litio como componente clave de las baterías de los nuevos vehículos híbridos (HEV), híbridos enchufables (PHEV) y 100% eléctricos enchufables (BEV), frente a otras tecnologías como los vehículos eléctricos de pila de combustible (FCEV), que utilizan el hidrógeno como combustible”, detalla Montiel.
Pero sus aplicaciones no acaban ahí. “Este preciado mineral es un componente clave en las baterías de los equipos informáticos y de comunicaciones, como los ordenadores portátiles, smartphones y power stations o baterías portátiles para almacenar energía y recargar equipos portátiles de todo tipo. También se utilizan en bicicletas y patinetes eléctricos y, en general, en muchos equipos eléctricos portátiles”, añade.
Además, las baterías de litio están llamadas a desempeñar un papel de gran relevancia en el desarrollo de las energías renovables, contribuyendo así a la descarbonización. “Por ejemplo, una instalación solar fotovoltaica, que no puede producir electricidad durante la noche, podría utilizar energía no utilizada durante el día si se almacena en una batería eléctrica. Esto reduciría la dependencia de otras tecnologías de generación eléctrica basadas en combustibles fósiles, contribuyendo a la descarbonización”, indica Javier Sánchez Prieto, director del máster universitario en Energías Renovables de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR).
Y aunque este metal se está destinando mayoritariamente a la fabricación de baterías en los últimos años, también es un elemento importante en otros ámbitos, como en la fabricación de aleaciones ligeras para aplicaciones aeroespaciales, como aditivo en la fabricación de vidrio y cerámica, en la fabricación de lubricantes, en sistemas de aire acondicionado con máquinas de absorción, en la fabricación de caucho, en la síntesis de psicofármacos o en distintas aplicaciones en el sector metalúrgico, entre las que se incluye la mejora del proceso de fabricación de aluminio, tal y como especifica el profesor de la UNIR.
La creciente necesidad de litio para todos estos fines está tensando el mercado de este ‘oro blanco’, que es difícilmente sustituible. Coface señala en un artículo que “la oferta es demasiado limitada para satisfacer la demanda y está apremiada por la falta de inversión”.
El profesor de EAE Business School cita algunos datos de un artículo de McKinsey, que nos dan una idea de ello. “Si en el año 2020 el mercado demandó 400.000 toneladas equivalentes de carbonato de litio, se estima que la demanda crecerá hasta entre 3,3 y 3,8 millones de toneladas equivalentes anuales a finales del 2030. Es decir, la demanda experimentará un crecimiento del 950%”.
También debemos tener en cuenta que el litio, igual que sucede con el petróleo, por ejemplo, es un material finito. “El US Geological Survey, en su informe ‘Mineral Commodity Summaries 2022’, evaluaba en 89 millones de toneladas las reservas mundiales de litio. Dado que estas son limitadas, mientras crezca la demanda, los precios seguirán creciendo”, anota Montiel.
Además, hay que destacar la enorme concentración de los recursos y de la producción en muy pocos países. Coface detalla que Argentina, Bolivia y Chile acaparan el 58% de los recursos mundiales. “Esta concentración es mucho mayor que la de otros metales básicos”, recalca la aseguradora. Por ejemplo, indica que el 75% de las reservas de cobre identificadas están repartidas entre 13 países.
Según el Gobierno estadounidense, los cinco países que acumulan las mayores reservas de litio son Bolivia (21 millones de toneladas), Argentina (19 millones), Chile (9,8 millones), Estados Unidos (9,1 millones) y Australia (7,3 millones).
La producción de litio también está muy concentrada, liderada por Australia, Chile y China, que aportaron el 90% de la producción mundial en 2021. Y la situación se agrava en las fases posteriores, ya que China refinó el 60% del litio del mundo en 2021, a la par que representó el 77% de la capacidad de producción mundial de células de baterías y el 60% de la fabricación mundial de componentes de baterías, según Coface.
“La concentración de litio en manos de pocos países productores y los riesgos inherentes a este modelo de cadena de suministro global hace que las empresas que usan el litio para la fabricación de baterías tengan que lidiar con suministros inestables en plazo, calidad y cantidad adecuada para poder amortizar las grandes inversiones”, reconoce el experto de Accenture.
Este desequilibro se traslada a los precios. “La tirantez entre la oferta y demanda y la concentración de la producción en pocos países ha contribuido a un incremento en los precios internacionales, que se han repercutido a las baterías”, anota Costales.
Montiel aporta algunas cifras que ilustran cómo sea disparado el precio del litio. “Si a comienzos del 2019 la tonelada de carbonato de litio chino se cotizaba en torno a los 12.000 dólares, a finales del 2022 alcanzó un pico de 90.000 dólares. Actualmente, coincidiendo con una ralentización en la demanda de vehículos eléctricos en ese país, la tonelada se sitúa en torno a 71.000 dólares”.
No cabe la menor duda de que el desarrollo del vehículo eléctrico y la prohibición de la venta de vehículos de combustión interna en 2035 en la Unión Europea, así como en Australia o algunos estados de EE.UU., entre otros territorios, introducirán aún más tensión al mercado del litio.
“La industria automovilística será el primer demandante de litio a escala mundial en los próximos años. Los políticos europeos han decidido que no se podrán comercializar vehículos con motores de combustión a partir de 2035, forzando así la transición a vehículos 100% eléctricos. Durante estos años, la industria del automóvil tendrá que reconvertir sus plantas productivas y sus cadenas de suministro para hacer frente a este nuevo escenario. Según McKinsey, el crecimiento de la demanda de litio puede cubrirse razonablemente con los recursos y las tecnologías actuales hasta el año 2026. A partir de ahí, necesitaremos de nuevas tecnologías ahora en desarrollo”, puntualiza el profesor de EAE Business School.
Igualmente, el experto de la UNIR considera que “si se prohíbe la venta de vehículos de combustión, la alternativa del vehículo eléctrico pasará a ser la única, en principio, por lo que los precios de las baterías, sin duda, aumentarían; y también lo haría el precio del litio y su demanda”.
Además, reseña que el precio del litio repercute en la penetración de los vehículos eléctricos. “Para que los vehículos convencionales puedan ser competitivos en precios y en prestaciones, las baterías deben tener más autonomía y precios menores”. Al hilo de ello, señala que “el precio de las baterías lleva bajando desde 2010, lo que ha hecho posible que se incorporen al mercado más vehículos eléctricos. Esto ha aumentado la demanda de litio de forma exponencial”.
Sin embargo, el mercado se ha dado la vuelta, registrándose una importante subida de precio en los últimos años. “La demanda de litio superó a la oferta por primera vez en 2021, haciendo que los precios hayan aumentado alrededor del 400%”, precisa.
Así pues, Costales considera que la actual tensión en los precios del litio “es uno de los principales inconvenientes para el desarrollo masivo del coche eléctrico en Europa”. De este modo, considera que “a medio plazo, el creciente uso del litio para baterías, vehículos eléctricos y otras tecnologías emergentes, supondrá un incremento exponencial en la demanda de litio, que sólo se verá reducida por nuevos desarrollos tecnológicos alrededor del sodio”.
Coface indica que “las economías occidentales llevan mucho tiempo sin prestar demasiada atención a sus suministros mineros”. Además, advierte que “Europa, que pretende ser autosuficiente en la producción de baterías para 2030, no podrá depender únicamente de los proyectos mineros nacionales”.
Aunque en el suelo del Viejo Continente hay una cantidad de litio nada desdeñable. Según el citado informe del Gobiernos de Estados Unidos, Alemania es el país con mayores reservas, con 3,2 millones de toneladas de litio, por delante de la República Checa (1,3 millones), Serbia (1,2 millones), España (320.000 toneladas), Portugal (270.000 toneladas), Finlandia (68.000 toneladas) y Austria (60.000 toneladas).
“Existen diez proyectos de litio potencialmente viables en la Unión Europea, dos de ellos en España”, remarca el experto de la UNIR. “Si todos ellos salen adelante, probablemente el suministro de litio pueda estar garantizado sin dependencia externa, pero la extracción de litio implica algunos aspectos ambientales que generan oposición. Las vías habituales de extracción son la minería a cielo abierto y el bombeo de agua. Ambas prácticas tienen grandes impactos ambientales y potenciales riesgos de contaminación del aire y el agua”, explica.
Igualmente, Costales reconoce que “algunos países europeos se oponen a la explotación de minas de litio en su territorio, debido a los impactos ambientales y sociales negativos que pueden resultar de la extracción, como el agotamiento del agua, la contaminación del aire y el consumo energético”
El profesor de EAE Business School ahonda en este asunto. “La investigadora Susana Timón Sánchez, científica del Instituto Geológico y Minero de España, en un artículo publicado en The Conversation, señala Galicia, Castilla y León y Extremadura como regiones de España donde existen importantes yacimientos del mineral. Además, cuenta cómo la última explotación minera activa en España, sita en La Fregeneda (Salamanca), cerró en 2011”.
Asimismo, cita una noticia publicada en hibridosyelectricos.com, en la que se informa de que el Juzgado Contencioso Administrativo de Cáceres ha denegado el permiso de investigación —requisito previo a la explotación— a una empresa que trata de poner en marcha la explotación del yacimiento en la sierra de Valdeflores, en las cercanías de Cáceres.
“Este yacimiento es uno de los más grandes de Europa. Además de su carácter estratégico para paliar, aunque sea parcialmente, nuestra dependencia del litio foráneo, supone una inversión de 600 millones de euros y 1.500 empleos durante la construcción de la mina, así como 700 empleos durante la fase extractiva, según la empresa minera”, remarca Montiel.
Por otra parte, no debemos olvidar que el desafío del litio no se limita únicamente a su extracción, producción y aprovechamiento. “Accenture considera que se requiere un plan de acción estratégico para las baterías, que incluya facilitar el acceso a fuentes primarias y secundarias de litio, así como abrir nuevas minas de litio, pero sin olvidar los aspectos de circularidad y trazabilidad desde el origen para salvaguardar los objetivos de sostenibilidad europeos”, manifiesta Costales.
“Europa debe apostar por el desarrollo de ecosistemas que propicien estos conceptos de circularidad, tales como la reparación de baterías, modelos de negocio por uso de las baterías, minimización del desecho, reusar partes de otras baterías y el reciclaje de las mismas. La fabricación de litio en Europa debe ser un ejemplo en el que se deben mirar otros países menos desarrollados o laxos en la aplicación de la legislación de huella de carbono y sostenibilidad”, agrega.
De hecho, el reciclaje de las baterías de litio es otro de los problemas que habrán de resolverse, puesto que el proceso de tratamiento como residuo todavía es muy caro. Además, el porcentaje de componentes recuperados está lejos del 100%, aunque Tesla asegura que alcanza el 92% de reutilización de las materias primas de sus baterías.
En el caso de las baterías que han perdido parte de su rendimiento, se están buscando soluciones alternativas al reciclaje, como su reutilización para otros fines. Por ejemplo, una batería de coche no puede ser utilizada si su capacidad baja del 70%, pero puede emplearse como sistema de alimentación de emergencia, para iluminar instalaciones deportivas, como fuente de alimentación de para eventos, etc.
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