¿Están acertando las empresas con sus iniciativas de TI sostenible?

“El progreso de la TI sostenible está en marcha a un ritmo sólido”. Con estas palabras se expresa Kristin Moyer, distinguida vicepresidenta analista de Gartner, respecto al uso de la tecnología reduciendo el impacto ambiental.

La consultora llevó a cabo una encuesta durante el último tramo de 2023 entre ejecutivos de Europa, América y Asia-Pacífico que revela que estos “han completado una media de nueve iniciativas de TI sostenibles en las categorías de centros de datos y nube, lugar de trabajo digital, datos y software“.

“Sin embargo”, comenta Moyer, “los patrones de adopción de TI sostenible muestran que es posible que los ejecutivos no siempre estén implementando las iniciativas más rentables“.

Por ejemplo, cerca de dos tercios de los encuestados (64 %) creen que no les están aportando los datos que necesitan sobre rendimiento y emisiones, por lo que “tienen dificultades para priorizar las iniciativas de TI sostenibles o para saber por dónde empezar. Tampoco tienen en cuenta las iniciativas de TI sostenibles de bajo coste y que logran una reducción moderada de GEI” o gases de efecto invernadero, como apunta Kristin Moyer.

Esta experta opina que “deberían dimensionar correctamente sus SAI en función de los requisitos de capacidad actuales y futuros, lo que ayuda a incrementar la eficiencia y el ahorro de costes” y añade que “los sistemas de refrigeración mejorados como la refrigeración por inmersión, la refrigeración pasiva y la refrigeración directa al chip también están infrautilizados y pueden impulsar una reducción significativa del consumo de agua y mitigar las emisiones de GEI”.

Actualmente el centro de datos y el lugar de trabajo digital son las áreas en la que se concentran unas iniciativas más sostenibles, pero todavía existen soluciones de baja adopción como ajustar el tamaño del sistema de alimentación ininterrumpida, el tema de la refrigeración o la circularidad en TI.

Otro error que cometen las organizaciones es actualizar sus ordenadores y servidores en base a una vida útil fija, en vez de acometer análisis de rendimiento para determinar el momento óptimo del cambio.