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¿Está Donald Trump a punto de acabar con la neutralidad de la red?

No es ninguna sorpresa: Donald Trump atacó con frecuencia durante su campaña la idea de la neutralidad de la red y una de sus promesas era la de acabar con la regulación aprobada por Obama al respecto. Cuando puso al frente de la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) a Ajit Pai, detractor bastante público de las protecciones a la neutralidad de internet, quedó claro que las cosas iban a cambiar. Esta semana presentó los primeros detalles de su plan para acabar con lo hecho por el anterior presidente.

Pero ¿qué es lo que hizo Barack Obama exactamente por la neutralidad de la red? El centro del debate y del cambio legislativo es una ley de 1934, la Ley de Comunicaciones, todavía en vigor. En ella se distinguen dos títulos, bajo los que se incluyen distintos tipos de servicio. El título II están los servicios considerados básicos para los ciudadanos —como, por ejemplo, las líneas telefónicas—. En el título I los proveedores de internet (ISP) simplemente ofrecerían un servicio de información. Algo no básico, una especie de lujo y, por lo tanto, algo que no debe ser protegido. Bajo la administración Obama, la FCC aprobó pasar los ISP del título I al II. Pai quiere que vuelvan a donde estaban.

La diferencia entre tener a los ISP bajo un título u otro es grande: si se considera que ofrecen un servicio básico para los ciudadanos (título II), no pueden «jugar» con él para obtener más beneficios. Es decir, no pueden ofrecer más velocidad a los proveedores de contenidos que les paguen más o favorecer la velocidad de sus propios contenidos sobre los del resto. Se supone que internet es un servicio básico, por lo que las posibilidades de llegar a los usuarios debe ser la misma para todos (para que los ciudadanos puedan tener acceso a todos los contenidos de forma igualitaria, y no recibir mejor aquellos que el ISP decida).

Bajo el título I, los ISP pueden hacer lo que les plazca. Si internet es solo un servicio más, algo que no es un derecho básico de los ciudadanos, los ISP, como empresas privadas, pueden ofrecerlo a su antojo. Pueden priorizar a las grandes empresas de contenidos que paguen más y darles más velocidad. Y pueden dejar fuera a los pequeños, a los recién llegados, que nunca llegarán bien a los usuarios porque, con menos velocidad, juegan en desventaja (la percepción de los usuarios además suele culpar a la web en cuestión a la que tratan de acceder y no al ISP jugando con las velocidades).

¿Afecta en España?

La neutralidad de la red, salvo sorpresas, tiene los días contados en Estados Unidos. Todavía falta algo de tiempo —de momento Pai solo ha hecho propuestas y ha llamado al feedback de la industria, faltaría la redacción final y la aprobación por parte de la FCC—, pero si Trump sigue en la Casa Blanca, está claro que esas regulaciones introducidas por Obama desaparecerán. Pero ¿nos afectará en el resto del mundo?

La respuesta, como en cualquier tema que trate de internet, es sí. La industria de internet es el ejemplo número uno de industria globalizada: las fronteras se diluyen muy rápido y lo que haga un país afecta en mayor o menor medida al resto. ¿Qué ocurrirá entonces si internet deja de estar protegido en Estados Unidos?

El efecto más directo lo notarán las empresas españolas que tratan de llegar a usuarios en Estados Unidos. Si los ISP pueden favorecer sus propios servicios o los de grandes empresas que les paguen la tasa de la velocidad, las firmas más pequeñas, las startups que están empezando, jugarán todavía con más desventaja: no solo serán nuevas y desconocidas, sino que llegar a sus potenciales clientes les será casi imposible. ¿Quién va a querer quedarse con la web lenta si hay otra que ofrece lo mismo a una velocidad normal?

Los defensores de volver a meter a los ISP en el título I (los propios proveedores de internet, principalmente, y la administración Trump) defienden la desregularización casi total del mercado: el libre mercado, también en materia de internet, garantiza la competencia sana, precios más bajos y que gane el mejor. Dicen también que antes de los cambios de Obama los ISP estaban en el título I y eso no significaba que hubiese un internet a dos velocidades. No obstante, podrían hacerlo, y ahí está el problema. Si nada les impide bloquear todo nuevo servicio de una startup emergente (o hacerlo muy lento) para priorizar sus propios servicios, ¿dónde queda la libertad del usuario para elegir?

Ana Bulnes

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