Las acciones de los ciudadanos o la vida privadan podría quedar registrada en algunos de los múltiples escáneres que ciertos Gobiernos incluyen para controlar los dispositivos con bluetooth.
Las últimas novedades e incorporaciones de estos elementos a la vida diaria están potenciando un debate en la sociedad sobre hasta que punto es legítimo este control.
El Proyecto Cityware de Bath, en Inglaterra, ha sido el último en avivar el fuego de la polémica. Este plan permite controlar cada fin de semana hasta 3.000 señales entre cámaras, portátiles, móviles, etc. , según recoge El Mundo.
El sistema, que no está autorizado por los ciudadanos, roza el límite de la privacidad.
Otras ciudades como San Diego, Toronto, Dydney, Hong Kong o Berlín ya han copiado sistemas similares de control por bluetooth.
250.000 dispositivos han sido ya rastreados y Privacy International reclama los derechos de estos ciudadanos “espiados”.
Ante estas acusaciones, las empresas se defienden. “El objetivo no es rastrear a los individuos, sea por bloototh o por otros medios”, objeta Eamonn O´Neall, director de Cityware a The Guardian.
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