La pandemia de coronavirus ha supuesto una revolución sanitaria, económica, social… y digital. Los avances tecnológicos permitieron mantener primero la continuidad de los negocios y, ahora, ayudan a configurara una nueva realidad en la que los hábitos digitales son comunes para todo tipo de empresas (y de hogares).
El informe La Sociedad Digital en España 2020-2021: El año en que todo cambió de la Fundación Telefónica determina que la crisis de la COVID-19 ha acelerado en cinco años la adopción de estos nuevos hábitos. Cada vez es mayor el tiempo dedicado a actividades online, gracias a una infraestructura de red que en los últimos meses han demostrado su capacidad para soportar una actividad intensiva.
“España ha sido el único país que, estando entre los más castigados por la pandemia, no ha tenido problemas con la red”. Así lo confirma el estudio de Telefónica. Tras cuatro años marcados por la estabilidad, en 2020 hubo un incremento del 20 % en el tráfico de voz, por ejemplo. El pico máximo se alcanzó el 13 de marzo, junto antes del arranque del confinamiento de millones de españoles.
Durante este encierro se incrementó el uso de internet en el hogar para respaldar tareas profesionales, educativas y de ocio, minimizando el contacto físico entre empleados, clientes, proveedores, estudiantes, profesores y seres queridos. La demanda del ancho de banda se incrementó de un día para otro y el tráfico se sostuvo gracias a la inversión que nuestro país lleva años haciendo en una red de fibra que ya es la más extensa de Europa.
Pero ese no es el único avance tecnológico que ha contribuido a estabilizar la situación. La inteligencia artificial, por ejemplo, ha estado en primera línea de lucha contra el virus. Se ha utilizado para limitar la expansión de la enfermedad, contribuir a su diagnóstico y avanzar en la investigación de fármacos. Aún así, queda mucho camino por recorrer de cara a su implantación en la empresa.
Otra tecnología que se va abriendo paso es el blockchain. En España, sólo 1 de cada 10 organizaciones tiene proyectos en este campo, pero entre 2020 y 2023 está previsto que se supere a la media europea. Para 2030 el blockchain incrementará el PIB español en 24 000 millones de dólares y creará 227 000 puestos de trabajo.
También ganan espacio el internet de las cosas y la robótica. Las compañías con plantillas de al menos 250 empleados son las que más uso hacen de este tipo de tecnologías. La robótica está migrando desde entornos controlados a espacios libres y desde sectores especializados a todo el tejido productivo. España ya es uno de los quince países con más instalaciones anuales de robots industriales.
La COVID-19 ha dado más impulso a la nube. Prácticamente una tercera parte del tejido productivo usa servicios cloud. Además, se han automatizado procesos y el teletrabajo ha llegado para quedarse. El porcentaje de personas que trabajan en remoto ha pasado del 5 % al 34 % con el estallido de la pandemia. De todas ellas, menos de 1 de cada 4 ha tenido dificultades para realizar sus cometidos desde casa.
Otra consecuencia de la crisis sanitaria es la demanda de competencias tecnológicas o hard skills a la hora de configurar plantillas. Pero, al mismo tiempo, se están buscando profesionales que cuenten con soft skills, más vinculadas con la personalidad y otros aspectos no técnicos.
Mientras, a nivel de salud, se está avanzando hacia una situación en la que el paciente está más implicado en el bienestar personal y hacia un sistema sanitario más digital en el que la telemedicina expone sus ventajas. Una de las actividades online que más creció en 2020 fueron las consultas de salud en internet. Más de dos tercios de los españoles aprovechó su conexión para informarse sobre temas sanitarios.
La parte negativa es que “este aumento de la digitalización ha hecho que los ciudadanos estén más expuestos a las ciberamenazas”, tal y como explican desde Telefónica. Y “otro aspecto negativo que ha traído consigo esta exposición a la digitalización ha sido la desinformación”. El miedo ante una situación desconocida ha hecho que la población llegue a asumir como reales noticias falsas publicadas a través de redes sociales y aplicaciones de mensajería instantánea.
Ahora un 81 % de las personas ya usa internet varias veces al día, algo común incluso entre las personas de más edad. Esto cambia incluso la forma de relacionarnos. El uso de videollamadas creció de un 55,1 % en 2019 a un 77,7 % en 2020, como recurso fundamental para trabajar, estudiar y comunicarse con la familia. Además, “España es uno de los países de Europa occidental, sólo superado por Italia y Finlandia, donde más ha aumentado el uso de mensajería instantánea a causa de la pandemia”. Sus usuarios mensuales se dispararon hasta llegar a un 92,3 %.
Por otro lado, “los españoles somos de los europeos- por detrás de Eslovaquia, Grecia y Eslovenia- más dados a usar métodos de pago con tarjeta contactless”, con un 66 % de transacciones que no necesitan la inserción de tarjeta. Otros ejemplos de esta vida con los mínimos contactos son el despliegue de asistentes de voz y la implantación de soluciones de reconocimiento facial. También crece el comercio electrónico, con su mayor subida interanual en usuarios de la historia.
Las principales actividades online realizadas durante 2020 tuvieron que ver con el ocio. Hasta un 62,3 % de los internautas visualizó contenido multimedia y un 60,6 % escuchó música, programas de radio o contenidos en forma de podcast. La tercera gran actividad en cuestión de entretenimiento es el juego online.
“La recuperación económica será digital”, sentencia Telefónica. Ahora mismo la actividad digital aporta cerca de una quinta parte del PIB a la economía española. El caso es que la pandemia ha abierto una brecha entre quienes ya se han sumado a la digitalización y los que están más rezagados. “Si no se pone remedio a esta situación, derivará en una sociedad a dos velocidades, con ganadores y perdedores”, advierten desde la operadora española.
“Es el momento en que la sociedad debe alcanzar un acuerdo fundamental sobre los principios éticos y valores comunes para un mundo digital”, defiende como solución. “Un acuerdo colectivo sobre cómo asegurar la sostenibilidad de la digitalización a base de mejorar la inclusividad, la transparencia y la capacidad de elección, la rendición de cuentas, la responsabilidad y la equidad y no discriminación”.
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