Escaso juego limpio en el nacimiento de Facebook
Que cierren Facebook es uno de los temores de los usuarios más fanáticos de la red social, un temor que no es totalmente infundado. El grupo en internet que pide que no se cierre la red social tiene de hecho ya más de 600.000 seguidores.
Pero, ¿qué podría llevar a la red social a echar el cerrojo? En julio de 2007, tres compañeros de universidad llevaron, una vez más, al fundador de la compañía a los tribunales por robarles su idea. Los demadantes pedían daños y reclamaban el cierre de la red social.
Cuando Cameron y Tyler Winklevoss y Divya Narendra decidieron lanzar Harvard Connecion, contactaron con Mark Zuckerberg para que desarrollara el código de la que querían fuese la red social en la que los estudiantes de Harvard pudiesen ligar. Zuckerberg les dio finamente largas y no llegó a concluir su proyecto. Semanas después lanzaba Facebook y sus antiguos contrantadores vieron en su aparición un plagio.
Parece poco factible que los jueces lleguen a dar algún día la razón a los demandantes, ya que en alguna ocasión el poder judicial ha señalado que la demanda se apoyaba en “cháchara de dormitorio“, aunque lo que sí ha impulsado es un gran caudal de literatura que intenta poner en evidencia los oscuros y poco éticos orígenes de Facebook.
The Accidental Billionaires. Sex, money, betrayal and the founding of Facebook, de Ben Mezrich, puso en el timeline de la firma a Eduardo Saverin, el primer inversor de la red social y el desconocido primer socio capitalista de Mark Zuckerberg.
Ahora, un profundo análisis de Business Insider demuestra que en la creación de Facebook no se jugó nada limpio. Dos años de análisis y entrevistas han demostrado que Zuckerberg aceptó el proyecto de Harvard Connection aún sabiendo que chocaba con su propio proyecto y aprovechó que él era el desarrollador de código para no crear nada y que, cuando apareciese Facebook, sus inmediatos y con más recursos competidores no tuviesen nada que ofrecer de modo alternativo.
“Voy a joderlos”, fue la prosaica declaración de intenciones cuando uno de sus amigos le preguntó como iba a solucionar el problema que suponía ser el desarrollador de Havard Connection.
Los competidores de Zuckerberg se encontraron, efectivamente, con nada entre las manos mientras Facebook se convertía en un éxito. Su red social, a la que rebautizaron ConnectU, fue un fracaso.
En sus primeros tiempos también fue víctima de un ataque hacker comandado por el propio Zuckerberg, quien no dudó en hackear a su rival y a los periodistas del periódico de la universidad.
En el nacimiento de Facebook, concluye en su profuso análisis Business Insider, no hubo plagio, aunque tampoco mucha moralidad.