Esas memorias que nunca olvidaremos sobre Nokia
Hoy, tras hacerse efectiva la compra de prácticamente toda su división de servicios y dispositivos por parte de Microsoft, Nokia deja de existir tal y como la hemos conocido durante las últimas décadas. Pero siempre nos quedarán los recuerdos…
Nació como una fábrica de papel a la orilla del río. Alcanzó la popularidad en forma de potente empresa de telecomunicaciones, tras ir desechando por el camino alternativas previas de negocio como la fabricación de botas de goma o la de neumáticos para automóviles, entre otros ejemplos de su extenso manual de adaptación a las tendencias de mercado. ¿Qué más palos ha ido tocando? El televisivo y también el radiofónico, en este último caso para facilitar las condiciones de trabajo de los soldados y de los empleados de los servicios de emergencia. No en vano, la tecnología era bien diferente en el siglo XIX, cuando se fundó, y durante la mayoría de las décadas siguientes. Ahora ha decidido continuar adelante con su andanza como un combinado de redes, mapas y operaciones de investigación. Nada de teléfonos móviles. La Nokia que la mayoría de nosotros hemos conocido durante estos tiempos de movilidad infinita ha dejado de existir hoy mismo.
La práctica totalidad de su división de servicios y dispositivos ya forma parte de pleno derecho de la cartera de activos de Microsoft, que hasta entonces se había limitado a ser su socia en la comercialización de smartphones Lumia con sistema operativo Windows Phone y que anunció el acuerdo de compra con esta mítica casa europea a principios de septiembre de 2013 por 3.790 millones de euros. A esto hay que sumarle otros 1.650 millones de euros que el gigante de Redmond ha desembolsado para asegurarse la licencia durante una década de cierta propiedad intelectual de la firma finlandesa así como el derecho a usar el potencial cartográfico de HERE.
¿Una de las consecuencias más inmediatas? Que los teléfonos Nokia ya no serán teléfonos Nokia. Como nueva subsidiaria de Microsoft, esta unidad de hardware adoptará el nombre de Microsoft Mobile. También cambiará de sede, aunque sin salir de la ciudad nórdica de Espoo por lo que de momento podrá alimentar los recuerdos de lugareños y nostálgicos muy cerca de sus orígenes. Su anterior nombre, de hecho, tiene una explicación puramente geográfica. Se trata de una abreviación de Nokianvirta, un río que traza su recorrido entre los lagos de Pyhäjärvi y Tampere y junto al que se situó la segunda planta de celulosa que el ingeniero de minas Fredrik Idestam, fundador de Nokia, se animó a abrir. Nokia también es una ciudad de Finlandia y una palabra que haría referencia a un animal, la marta cibelina.
Música, juegos y récords
Lo que no sabemos hoy por hoy es sí la denominación Lumia se mantendrá en activo o no. Los últimos terminales Windows Phone presentados por Nokia, y los primeros con Windows Phone 8.1 de serie, lo conforman el trío de Lumia 930, Lumia 635 y Lumia 630. Aunque no son los últimos móviles en haber salido de su chistera. Este honor corresponde a Nokia 225 y Nokia 225 Dual SIM, que cierran un ciclo iniciado por innovaciones como el teléfono para coches Mobira Senator, el teléfono “portable” Mobira Talkman o el teléfono de mano Mobira Cytiman, todos ellos fechados en la década de los 80. Cytiman llegó a ser renombrado popularmente como Gorba al ser usado por el presidente soviético Mijaíl Gorbachov para realizar una llamada a Moscú desde Helsinki.
Un dispositivo que también ha pasado a la historia, y además por la puerta grande, es el Nokia 1100, pionero en el uso de tecnologías GSM del que se llegaron a vender 250 millones de unidades a lo largo y ancho del planeta y que durante mucho tiempo ha ostentado el título de terminal móvil más popular. Precisamente, una de esas unidades de Nokia 1100 se convirtió en el terminal número 1.000 millones que el gigante del “Connecting People” lograba colocar. Fue comprado en 2005 en algún lugar de Nigeria. Todos estos números no nos pillan por sorpresa, o no deberían, ya que el volumen de negocio de Nokia fue muy significativo durante años. Como bien recordaréis, clasificación tras clasificación desde 1998, se iba erigiendo como principal fabricante de telefonía a nivel global cuando no existían rivales como el iPhone. Hasta que recientemente fue destronada por Samsung. Y, según los cálculos que circulan por Internet, en su mejor época habría llegado a crear más de seis teléfonos por segundo y a vender al menos tres.
Fue líder en muchas más cosas. Está documentado que en el verano de 1991, justo antes de que sus responsables se decidiesen a volcar todas sus energías en las comunicaciones móviles, su tecnología dio pie a la primera llamada a través del estándar GSM. Una conversación de la que fue protagonista una vez más un político, el por aquel entonces primer ministro Harri Holkeri. En 1994 se produjo otra llamada crucial para la humanidad, también amparada por Nokia, porque fue la primera que se produjo vía satélite. Además, ahora que los límites entre smartphones y cámaras de fotos se están difuminando tampoco podemos pasar por alto su contribución a la fotografía. Para muestra dos retazos de información: en 2005 Nokia pasó a ser la marca de cámaras digitales más popular y en 2008 superaba a la mismísima Kodak como principal fabricante mundial.
Entre los detalles curiosos que permanecerán en nuestro recuerdo pese a la consumación de la venta de sus terminales se encuentran una cancioncilla y un juego. Nokia Tune, la melodía que estrenó el Nokia 2100 veinte años atrás, que pasó a ser el tono por defecto de millones de dispositivos y que parte de un fragmento de la composición para guitarra Gran Vals, es ya uno de los sonidos más internacionales del imaginario popular. El autor de la pieza completa es un español, Francisco Tárrega. Por su parte, el arcade Snake también explotó sus capacidades adictivas en la esfera móvil de la mano de Nokia con distintas versiones del programa que se fueron acumulando desde 1997. En 2010 seguía presente, demostrando que los conceptos sencillos son efectivos, en unos 350 millones de teléfonos. ¿Y es que quién no ha echado alguna vez una partida al juego de la serpiente?