“Es incapaz de reconocer individuos cuando cambian su apariencia” y otros mitos sobre la tecnología de autenticación biométrica
Veridas refuta ocho afirmaciones sobre la biometría o el análisis de rasgos característicos de cada individuo, como el rostro o la voz.
Asegurar el acceso a dispositivos y servicios online es uno de los objetivos recurrentes de las compañías tecnológicas. Y, para ello, muchas buscan reemplazar las tradicionales contraseñas con alternativas más robustas.
Aquí entra en juego la autenticación biométrica, como mecanismo de verificación de la identidad de las personas que navegan por la red y para el que se aprovecha el potencial de la inteligencia artificial.
“La mayor parte de los motores biométricos a día de hoy pueden comparar dos imágenes de la misma persona, acertando en el 99 % de los casos”, destacan desde Veridas, una firma especializada en identidad digital.
“Al mismo tiempo”, añaden, “cuando ese motor compara dos fotografías de personas distintas, rechaza el proceso en el 99,9 %. Es decir, sólo se equivocan una vez cada millón”.
Partiendo de estos valores, esta compañía se ha propuesto desmentir ocho mitos que circulan sobre la biometría, como que “la autenticación biométrica es imprecisa”.
El aprovechamiento de algoritmos y técnicas de aprendizaje automático ha permitido incrementar la efectividad en los sistemas modernos, que se centran en elementos como la voz o el rostro.
En este sentido, esta empresa española reniega también de la afirmación de que “la autenticación biométrica se basa en huellas dactilares”, ya que abarca varias características que identifican a cada individuo y lo diferencian de los demás, como el habla o su cara.
“La información que gira alrededor de la tecnología y la autenticación biométrica es, en muchas ocasiones, difusa y puede llevar a errores de entendimiento”, declara Eduardo Azanza, CEO de Veridas.
“La realidad es que es la opción más segura y confiable”, asegura, “y cada vez es más accesible”. Azanza cree que este tipo de autenticación “ha llegado para hacernos la vida mucho más fácil”.
Así, otros mito serían que “la tecnología biométrica es difícil de usar” o que “la biometría es cara”. Los usuarios sólo necesitan mirar hacia la cámara de su terminal unos segundos o decir algunas palabras de manera natural para que el sistema termine comprobando su identidad.
La biometría, además, está presente cada vez en más aparatos, como smartphones, tabletas y ordenadores portátiles. Se ha ampliado el número de soluciones disponibles, lo que reduce las barreras para acceder y beneficiarse de ella.
Ante la creencia de que estos “datos se pueden robar” si la página web en la que está registrado alguien termina hackeada, Veridas contesta que “es imposible”. Aunque la fotografía y el vector empleados para el acceso biométrico terminen en manos de terceros, no serían válidos para otros servicios.
Cabe señalar que el vector biométrico solamente funciona “para el motor biométrico concreto, en una versión concreta y generado para un servicio en particular”.
Los motores biométricos distinguen si dos imágenes corresponden al mismo individuo sin necesidad de haberlo visto y realizan la autenticación con la cara, o con la voz, en unos tres segundos. Veridas señala que es mentira que “la biometría no protege información sensible”.
Tampoco es cierto que “la biometría es incapaz de reconocer individuos cuando cambian su apariencia”. Los sistemas que existen en la actualidad destacan por su flexibilidad y su capacidad para reconocer identidades aunque pase el tiempo.
El último mito es que “se puede engañar a los sistemas con fotos o vídeos”. Esto es, con los infames deepfakes, el uso de máscaras y otro tipo de fraudes.
La tecnología de prueba de vida comprueba si la persona que realiza el onboarding es real o no y los motores antispoofing pueden distinguir casos donde el sonido se emite a través de un altavoz.