“Desde que tenemos un smartphone en la mano nos hemos convertido en un sensor”
Hablamos con la responsable de desarrollo de negocio de ESRI, Paloma Gutiérrez, de las ventajas y peligros de la geolocalización para empresas y usuarios.
La geolocalización puede ser un arma de doble filo. Para muchas empresas dedicadas al transporte, la mensajería o los negocios relacionados con la movilidad contar con dispositivos que permiten conocer la ubicación exacta de sus empleados o productos es una gran mejoría. Muchos usuarios también han abrazado esta funcionalidad y comparten libremente su ubicación haciendo check-ins sin ser demasiado conscientes de que están exponiendo su privacidad e incluso poniéndose en peligro. ¿Dónde está el límite entre una y otra?
ESRI, compañía con cuatro décadas de experiencia en soluciones de mapas y localización, nos ayuda a trazarlo. Conversamos con Paloma Gutiérrez, Business Developer Manager de soluciones Cloud Computing de la empresa.
“El punto de equilibrio entre compartir la geolocalización y la privacidad lo tenemos que poner cada uno de nosotros. Desde que nos han puesto un smartphone en la mano nos hemos convertido en un sensor”, asegura la responsable. “Evidentemente cada uno va a hacer uso de esa capacidad de decir dónde está de una manera diferente. Dentro del mundo empresarial es muy importante saber dónde se encuentran las personas, dónde están las cosas y en qué ámbito se mueven esas personas y esas cosas”, añade.
Pero, ¿realmente podemos elegir si queremos compartir nuestra ubicación cuando llevamos un teléfono inteligente encima? El espionaje de la NSA ha demostrado que cualquiera con un smartphone en su bolsillo puede ser localizado. Paloma nos confirma si es posible.