En primer lugar, a Negroponte le salieron rana los acuerdos de venta que tenía apalabrados con los países a los que originariamente iban dirigidos los OLPC: los países del Tercer Mundo. Nigeria, por ejemplo, se comprometió a comprar un millón de portátiles, pero ahora se ha echado atrás. Según su ministro de educación: “¿para qué vamos a darles ordenadores si ni siquiera tienen una silla donde sentarse?”. Además, el precio ya no son los 100 dólares iniciales, sino que ahora Negroponte está pidiendo 188 dólares más el precio por el transporte.
La primera remesa de portátiles será sólo de 300.000 unidades, de los cuales, la mitad irá a parar no a los niños del Tercer Mundo, sino a los bien alimentados churumbeles de Norteamérica.
Se trata del programa “Compra uno, regala uno” que la Fundación ha puesto en marcha para animar un poco las ventas.
Por otro lado, el proyecto se enfrenta a dos grandes de la industria que también han puesto los ojos en los “países emergentes”: Microsoft e Intel. Ellos se han apuntado a la moda de los portátiles de bajo coste con los Classmate, que cuestan entre 230 y 300 dólares.
Intel ya ha anunciado que va a entregar 3.000 Classmates a Nigeria (¿para que los niños se sienten en ellos, quizás?) y Libia va a comprar 150.000.
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