El juego no fuerza a los jugadores a elegir una fuente de energía determinada, sino que les permite que elijan la forma que ellos consideren conveniente. Sin embargo, si su huella ecológica sobrepasa los límites permitidos el juego empezará a alertar con amenazas de desastres naturales como sequías, olas de calor y otros problemas que acabarían por destruir la ciudad.
La información sobre la emisión de gases y el consumo de energía de los distintos edificios según sus sistemas de gestión energético será calculada de forma real. La idea es estupenda, aunque no acaba de gustarme el lavado de imagen que BP espera conseguir con la producción del módulo.
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