El imperio de la marca blanca…y de la desconfianza
Los periféricos de Bluesky podrían ser los nuevos reyes del mercado de los accesorios para equipos informáticos. Los usuarios se han cansado de pagar la marca a la hora de consumir, lo que podría llegar al sector de las nuevas tecnologías de consumo.
“La Marca de Distribuidor (MDD o marca blanca) ha logrado desarrollarse y madurar y ha conseguido cambiar la percepción de bajo precio-mala calidad que tenía al inicio”, explicaba en octubre la consultora IRI.
La crisis económica acaba de dar el último empujón al imperio de la marca blanca. Un informe de Ecofin que se presentará en un par de días y cuyas conclusiones adelanta Europa Press asegura que las empresas que venden su marca blanca, entre las que incluye a Media Markt, saldrán fortalecidas de la crisis económica.
De hecho, estas compañías serán, según la agencia de noticias, los modelos a seguir para el éxito empresarial en los próximos tres años.
La clave estará, por tanto y para el fabricante, en la fabricación de las MDD de los grandes distribuidores. Panasonic, por poner un ejemplo inmediato, ya ha anunciado que potenciará en su filial española la división de marca blanca.
Corrupción y crisis
La gestión empresarial se encontrará de forma inmediata con un nuevo nicho de pelea. Además del imperio de la marca blanca, la recesión económica también ha traído el reinado de la desconfianza.
Los consumidores son cada vez más suspicaces, lo que ha llevado a los clientes a concluir que en tiempos de crisis la corrupción se pone de moda. Transparencia Internacional acaba de presentar las conclusiones de su último informe, en el que el 53% de los encuestados ha reconocido que cree que el sector privado es corrupto.
“Esos resultados muestran un público preocupado por una crisis financiera precipitada por las regulaciones débiles y la falta de responsabilidad corporativa”, como apunta a Reuters la presidenta de Transparencia Internacional, Huguette Labelle.
Las empresas se enfrentan a un nuevo reto: al tiempo que mantienen sus cuotas de mercado deben hacerlo limpiamente. El consumidor ya ha explicado que está dispuesto a premiar a las compañías transparentes y no corruptas: un tirón de orejas a unos empresarios que ya han confesado que están dispuestos a comprar sus propios acuerdos comerciales.