Hace más de diez años un grupo de desarrolladores que se había embarcado en la ampliación del protocolo de Internet HTTP, decidió fundar la Apache Software Foundation (ASF) para dar soporte a proyectos de código abierto que beneficiasen al público. El primero de ellos, el propio servidor HTTP Apache del que depende más del 60% de las páginas web existentes en la actualidad. Uno de los últimos, el sistema operativo webOS creado por Palm, heredado por Hewlett-Packard y ofrecido hace escasas dos semanas a la Fundación.
Y es que más allá de enrolarse en la promoción de nuevo software, la ASF se ha convertido en la tabla de salvación de muchos productos procedentes del catálogo de grandes nombres de la industria tecnológica que, por unos u otros motivos, los habían tachado como inviables.
Es el caso de Google Wave, ahora conocida como Apache Wave, una aplicación web capaz de unir los servicios de mensajería instantánea, email, wiki y redes sociales de los usuarios, que los inquietos chicos de Mountain View lanzaron como el “tsunami” de las herramientas colaborativas y con el tiempo se quedó en olita. O el del framework Adobe Flex que permite crear aplicaciones web para equipos de escritorio y dispositivos móviles (iOS, Android, BlackBerry), y por usar Flash se ha transformado en una víctima más del lenguaje HTML 5.
Ambos estaban sentenciados a muerte, sin embargo de la mano de la comunidad open source disfrutan de una prometedora segunda juventud. Al menos Wave ya avanza bajo marca Apache y Flex intentará seguir su ejemplo durante las próximas jornadas.
Tras la petición de donación realizada por las empresas propietarias, los miembros de la AFS se embarcan en un periodo de discusiones seguido de una votación que dura tres días y en la que se resuelve si la Fundación debe aceptar o no el proyecto. De finalizar el recuento de forma favorable, el software entra en la fase de incubadora, donde se garantizará el cumplimiento de todos los requisitos legales y políticas internas para su desarrollo, como explicar la dinámica de trabajo a los nuevos integrantes. Más tarde o más temprano, todos quedan reconocidos como proyectos de primer nivel (TLPs) dentro de la página principal de la organización.
Sobre los pilares de un sistema meritocrático
Del mismo modo, aquellas personas que desean pasar a la posteridad como “apaches” tienen que someterse a un proceso de selección por invitación, donde los colaboradores ya existentes proponen a sus candidatos y los demás opinan en base a sus cualidades. Sólo si se cuenta con las habilidades necesarias, se ha demostrado mantener un compromiso constante con el software de código abierto y se ha contribuido al desarrollo de alguna de las iniciativas de la ASF, se obtendrá la membresía. Esto es, lo que viene a ser una meritocracia en toda regla.
El círculo se completa con el nombramiento de un grupo de expertos técnicos para cada uno de los proyectos oficiales, que trabajan protegidos de demandas judiciales en base al consenso de los participantes y las licencias de software abierto Apache 2.0. Y para asegurar su supervivencia más allá de la existencia de voluntarios individuales, esta organización sin ánimo de lucro se sostiene curiosamente con las donaciones y patrocinios de los mismos pesos pesados que desechan los proyectos, como Google, Microsoft, Yahoo!, AMD, Facebook, HP o IBM.
En un toma y daca singular, esta última ha entregado el código fuente de su suite ofimática Lotus Symphony al proyecto OpenOffice.org, que a su vez llegó a la Fundación rebotado desde Oracle y en horas bajas. No en vano, la migración de buena parte de sus programadores al fork LibreOffice había vuelto el mantenimiento de este producto como software libre y gratuito en una misión imposible y, por otra parte, los de Larry Ellison tampoco estaban muy interesados en continuar con las versiones comerciales StarOffice ideadas por Sun Microsystems. El futuro de OpenOffice parece ahora resuelto, ya que la AFS pretende lanzar la actualización 3.4 del programa durante el primer trimestre de 2012.
¿Otras donaciones sonadas? Las del Phonegap de Nitobi tras ser absorbida por Adobe, la del código de Cassandra desarrollado por la red social de Mark Zuckerberg y la de OODT, una tecnología que fue cedida por la mismísima NASA.
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