La nueva Ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, deberá tener, como objetivo principal, reducir nuestro retraso en I+D+i en relación a los países de nuestro entorno. Para ello, tiene que desplegar imaginación y medidas valientes, con la inmediata puesta en marcha de los cambios necesarios, que permitan desplazar todos las barreras estructurales, acabar con los vicios acumulados, y conseguir ilusionar al mundo universitario, a nuestros investigadores y, sobre todo, a las empresas.
Desde el Sector, habíamos reclamado en diferentes ocasiones la necesidad de tratar el desarrollo científico y la innovación con la importancia y los medios necesarios, y contar con la máxima representación en el nuevo Gobierno. ASIMELEC reclamó hace unos días, la creación de un Ministerio de Innovación que desarrollara las políticas para fomentar la I+D+i. En este sentido, nos alegramos de que éste sea ya una realidad. Sus principales retos: ampliar la actividad de investigación y la contribución privada al I+D+i; desarrollar medidas que contribuyan al desarrollo de los sectores tecnológicamente más avanzados; apoyar la investigación científica y tecnológica. Medidas que deben contribuir a que nuestra economía crezca, más y mejor.
En la actualidad, en gran medida, la I+D desarrollada en las universidades no está en línea con las necesidades de las empresas y del mercado, cambiar esta realidad debe ser la prioridad del nuevo Ministerio. También se aprecia un desajuste entre la formación académica y la demanda del mercado laboral, por lo que deberían adecuarse las titulaciones universitarias y los contenidos académicos de los estudios relacionados con las nuevas tecnologías.
Por otra parte, se deben favorecer los procesos de transferencia de la tecnología, entre cuyas principales barreras, a nuestro entender, se encuentran: la aplicación de la ley de incompatibilidades a los profesores e investigadores, o mecanismos burocráticos y onerosos de intermediación de las universidades, en los contratos entre las empresas y los departamentos o el personal investigador.
Se deberían reasignar más recursos públicos hacia las universidades y mejorar los mecanismos de colaboración con el mundo empresarial, primar su especialización y la excelencia internacional en campos específicos, de manera que universidades españolas empiecen a ser referentes internacionales y se conviertan en polos de atracción de empresas y centros de investigación públicos y privados.
Del acierto de sus políticas dependen las transformaciones de nuestro tejido productivo, la transformación económica, el desarrollo de nuestra productividad y por tanto de la competencia y nuestro avance hacia la Sociedad del Conocimiento.
En definitiva, esperamos que en los próximos meses se vayan concretando las medidas que desde el nuevo Gobierno se tomen, para hacer frente a todos los retos que tenemos en el futuro inmediato. Para ello, sin lugar a dudas, cuentan con el apoyo y la confianza de todos los que estamos trabajando en el Sector TIC, por el desarrollo tecnológico de nuestro país.
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