¿Existe ya alguien probando la nube en tu empresa?, ¿qué necesitarías para sentirte seguro y extenderla a toda la organización? John Suit, colaborador del Knowledge Center de eWEEK, explica las reglas básicas para hacer funcionar una nube, las razones por las que la automatización es necesaria y qué es lo que el cliente debe esperar de su inversión.
Las nubes hacen que todo parezca muy fácil –una herramienta sencilla y potente-. Como siempre, lo difícil se encuentra en los detalles, y algunos errores de procedimiento pueden hacer que lo que parecía una inofensiva nube se convierta en una tormenta. Dado que muchas empresas nos han hecho llegar esta preocupación, parece que es el momento de compartir algunas reflexiones y recomendaciones.
Todos sabemos que la nube es sencillamente un puñado de recursos, tanto de servidor como de almacenamiento, que pueden ser realojados para usuarios específicos según las necesidades del momento. Los recursos cuestan según su tamaño o capacidad y la cantidad de tiempo que se utilizan. La tecnología de virtualización ha permitido empaquetar las cargas de trabajo en pequeños archivos Virtual Machine Disk Format (VMDK) o Virtual Hard Disk (VHD) ya que, debido a su portabilidad, pueden ser copiados, conectados, suspendidos y eliminados con relativa facilidad. Por consiguiente, la nube es un lugar perfecto para lanzar un flujo de trabajo y hacerlo funcionar durante días, semanas o, si los vendedores de nube se mantienen, para siempre.
Aún así, si por casualidad nos rascamos la cabeza un segundo, nos damos cuenta de que la nube es sólo una piscina grande llena de recursos, una especie de mega-cluster. Cada empresa de TI que ha adoptado la virtualización tiene un cluster o dos (o 10) con máquinas virtuales en funcionamiento para un grupo completo de clientes alojados. Estas máquinas virtuales han asociado almacenamiento y recursos de red, y al ofrecerse por tiempo, cada máquina tiene asignado su propia parcela –igual que una nube externa-. Con una excepción: cuando se trata de una nube externa, no es tu problema.
Las nubes externas viven en un espacio como etéreo, igual que una estación eléctrica que se encuentra en la calle o una granja de molinos en una colina. No tienes que preocuparte de si tu televisor de plasma está consumiendo tres veces más energía de lo normal –la estación eléctrica te sigue dando lo que necesitas-. ¿Y si la luz se va? Pues enciendes unas velas y listo, no tienes por qué salir y subirte a uno de los postes de la luz para arreglarlo, ya que el problema es de la compañía eléctrica. Si te cambias de apartamento y alguien tiene que cambiar la titularidad y cobrar al propietario del piso hasta que venga el nuevo inquilino, ese tampoco es tu problema.
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