El reto de aumentar y automatizar la nube
El Cloud Computing está en las portadas de todas las revistas y blogs del sector. La nube y su promesa de informática barata y escalable se ha metido en la mente de todos. Pero, ¿cómo puedes hacer que funcione bien en tu empresa?
Así que, hablemos de lo que sí es tu problema. La nube que tienes en tu empresa: esa es toda tuya. Y existen unas cuantas normas básicas que debes tener en cuenta cuando utilizas una nube interna:
1. No puedes quedarte sin ella. A diferencia de los apagones programados, los propietarios de aplicaciones no quieren saber nada de que los recursos humanos son escasos y están trabajando en una nueva aplicación por lo que el servidor va a irles más lento. Tienes que hacer que tu nube responda siempre a las necesidades de consumo. Y en los días que corren, la rapidez se mira casi tanto como el precio.
2. No puedes guardar las sobras. Hasta que alguien sepa cómo atrapar el tiempo en una botella, todo ese almacenamiento extra que no se utiliza, la capacidad del servidor sobrante, las máquinas no utilizadas, el espacio de más… nada de eso puede guardarse. A menos que estés entre esas pocas empresas míticas de TI en las que el presupuesto no es importante, tendrás que calcular bien para que no te sobre nada.
3. No puedes tener apagones. Ahora que es virtual, un apagón significa todo un vecindario sin luz (¡un acuerdo SLA de nivel de servicio con un tiempo de funcionamiento del 99 por ciento equivale a tres días de apagón por año!). Dado que cada máquina virtual es propiedad de un grupo diferente, se convierte en un verdadero juego de coches chocones, y de vez en cuando, algo va mal. Tú eres el único responsable.
4. Tú eres el que lee el contador. El tipo que viene a leer los contadores: ese eres tú. Y será mejor que te asegures de hacer bien las facturas. Tendrás que llevar el control de los que se trasladan, saber si es momento de cortar la luz. Ahora mismo tienes una fila de 32 caracteres, una hoja de cálculo en Excel y un paquete de Post-it. Será mejor que recuerdes lo que aprendiste de aritmética, porque este es tu justificante para la nueva inversión. Y según la regla número uno, no puedes quedarte sin luz.
Todo esto parece demasiado. Pero si la compañía eléctrica puede hacerlo, nosotros deberíamos ser capaces de hacerlo también. Existen en realidad dos categorías de acciones que pueden hacer que todo sea más fácil:
1. Mejor información. ¿De quiénes son las máquinas virtuales? ¿Cuándo las utilizan? ¿Cuánto consumen? ¿Cuándo deberías apagarlas? ¿Cómo está de lleno mi entorno? ¿Qué máquinas están sobre abastecidas? Existe una larga lista de cuestiones básicas a las que por ahora no tenemos respuestas. Es como enchufar una subdivisión a una zapatilla eléctrica: ¿cómo puedes alojar, escalar, cobrar, decomisar o gestionar a estos clientes?
2. Control diferenciado. Ciertas cosas son fijas y tus clientes no pueden cambiarlas. Tienes una corriente de 120 vatios, te guste o no. Seguramente no has regateado tu factura tampoco y no tendrás luz a menos que tengas una cuenta, una buena forma de evitar que los vecinos se sequen el pelo a tu costa. Si quieres formar parte de la nube, tendrás que aceptar ciertas normas también.
Aunque también existe flexibilidad. Si quiero unir tres PCs, cuatro monitores, un sistema de sonido envolvente y un teclado en la misma zapatilla, y mi interruptor se estropea, haciendo que pierda toda la información que no tenía guardada, este es mi problema. La luz sigue aún funcionando en mi casa; lo que haga con ella es mi problema.
Tu nube necesita lo mismo: controles que impidan que un usuario individual ponga el sistema en riesgo (las barreras que se ponen rodeando a los postes eléctricos) y que al mismo tiempo, permita a los usuarios responsables utilizar sus parcelas.