El mundo, tal y como hoy lo conocemos, ya ha comenzado su transición hacia la conectividad total.
En la actualidad no estamos sumergiendo, en definitiva, en el denominado Internet de las Cosas.
Este paradigma tiene sus ventajas, pero no está exento de peligros. Sobre todo en lo que se refiere a la acción de los ciberdelincuentes.
Hace tan sólo unas semanas se identificaba un ataque de spam en el que estaban implicados varios aparatos propios del Internet de las Cosas. La red de “thingbots” resultante se componía de routers, televisores, centros multimedia… ¡y hasta un frigorífico!
Y las vías de acceso no se terminan ahí. También es posible emprender campañas de malware desde otros electrodomésticos hasta con los termostatos y el equipamiento médico, pasando por los propios coches y los aviones, que ejercerían como plataforma desde la que después saltar a otros terminales de la misma red para hurtar información.
“Cuantos más dispositivos estén conectados, más puertas de acceso tienen los cibercriminales para lanzar sus ataques”, señalan desde Kaspersky Lab, añadiendo que todos estos aparatos “son vulnerables ante cualquier tipo de ciberataque y nadie está diseñando soluciones de seguridad específicas para ellos por lo que la barrera entre el dispositivo y el malware es inexistente”.
Así que, mientras estas soluciones no lleguen al mercado, lo mejor será extremar las precauciones como usuarios finales que somos y confiar en el sentido común.
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