El problema tecnológico derivado de la rebaja en el IVA de los alimentos
La inmediatez en la aplicación de la medida preocupa a CONETIC, que prevé “una vorágine caótica de trabajo” para actualizar los sistemas, con “un importante pico de estrés”.
El Gobierno aprobó a finales de diciembre una reducción del IVA para alimentos básicos para contener el impacto de la inflación. En concreto, ha decidido rebajar el IVA del 4 % al 0 % para productos de primera necesidad y del 10 % al 5 % para pastas y aceites, con un recargo de equivalencia del 0,625 %.
Esta medida salió publicada en el BOE el pasado martes 27 de diciembre y tendrá carácter temporal, con vigencia del 1 de enero al 30 de junio de este recién estrenado 2023.
La inmediatez de su puesta en marcha preocupa a CONETIC (Confederación Española de Empresas de Tecnologías de la Información, Comunicación y Electrónica), que compara la situación tecnológica que se generará entre las comercializadoras de alimentos con la sucedida con “la tormenta perfecta de los 20 céntimos” de bonificación por litro de combustible.
En aquel momento, las compañías TIC tuvieron que desarrollar “acciones precipitadas que desembocaron en un descontento generalizado por parte de las compañías comercializadoras”, señala este organismo, con la adaptación a la ley de 14 000 estaciones de servicio en poco tiempo. Esto incluyó visitas presenciales para comprobar la actualización de los sistemas.
“Las actualizaciones tuvieron que ser realizadas con las gasolineras no operativas, es decir, que en ese momento no estuviesen suministrando gasolina, lo que implicó que hubo de realizarse en un horario muy concreto que limitó aún más el margen de acción para dicha actualización”, recuerda la Confederación. “Lo mismo ocurrirá en el caso de estos establecimientos y nadie está evaluando el gasto que esto supone“.
Habrá que modificar integraciones con los sistemas de movilidad, como los terminales en camiones, entre otros cambios, lo que supone “un esfuerzo descomunal para las empresas desarrolladoras de cara a afrontar unos cambios temporales, cuyo impacto real en la sociedad está aún por determinar”.
El sector tecnológico español considera que las reformas son necesarias, pero no ve con buenos ojos el poco margen de maniobra que les queda a las empresas.
En su opinión, se trata de “una nueva demostración de absoluto desconocimiento de la realidad empresarial del sector y, cómo no, de las modificaciones y actualizaciones necesarias en los sistemas informáticos de gestión y comercialización de dichas compañías”.
“El problema”, explican desde CONETIC, “es la celeridad y la falta de previsión, que no contemplan la cadena de acciones que deben desarrollar las compañías”, incluyendo las proveedoras de tecnología.
En concreto, los expertos explican que ni el tipo impositivo 0 % ni el recargo de equivalencia de 0,625 % están soportados por el SII (Sistema Inmediato de Información) y el TicketBAI. Este último tampoco está recogido en el Modelo 303 de autoliquidación del IVA.
Las empresas TIC ya han estado realizando pruebas de envío de facturas con tipo impositivo del 0 % con rechazos por parte del sistema, que no admite esa cifra en un campo que es obligatorio.
El problema con el recargo de equivalencia del 0,625 % es que no está publicado en la AEAT como tipo vigente y que los campos actuales cuentan con dos decimales en vez de tres. Esto impide comenzar a trabajar en una adaptación definitiva a la nueva realidad. Y coincide, además, con el cierre del año contable 2022 por parte de las compañías.
CONETIC destaca que los propios sistemas informáticos de la Administración no se encontraban preparados a 29 de diciembre.
“¿Qué hemos de hacer las empresas? ¿Esperamos? ¿Nos ponemos a trabajar a riesgo de que lo hecho luego no valga para nada? ¿Esperamos a que haga sus cambios la Administración a riesgo de estar fuera de plazo y que nos sancionen?”, se preguntan sus miembros. “¿Qué decimos las empresas TIC a los clientes? ¿Trabajamos sobre hipótesis?”.
El resultado será “una vorágine caótica de trabajo”, opina la Confederación, “generando un descontento generalizado, un importante pico de estrés, el desgaste en la relación con empleados y proveedores y miles de quejas relacionadas con la nula viabilidad en cuanto a los plazos de desarrollo, instalación y actualización de los sistemas informáticos”.