Los tiempos están cambiando de forma acelerada. Las empresas que pueden implementar la modalidad del teletrabajo están apostando por él sin dudarlo, porque permite mantener la actividad al tiempo que se favorece la distancia social y se lucha contra la pandemia de coronavirus
“La COVID-19 nos ha impulsado a ser más digitales”, confirma Luis Miguel Gilpérez, asesor del Consejo de Administración de SealPath y exdirectivo de Telefónica, que analiza la situación actual.
El problema que surge de la mano del teletrabajo, y también de la educación o la atención sanitaria en remoto, es la seguridad. Durante los últimos meses se han incrementado los ataques de ciberdelincuencia, incluyendo campañas contra hospitales o el sector financiero.
“Nuestros hábitos han cambiado, estamos en un entorno con mayor colaboración, además tenemos acceso a información crítica fuera de la red de la compañía. Por ello, es importante proteger el hogar y a los miembros de nuestro entorno ya que en casa hay mayor probabilidad de ser atacados al estar menos protegidos”, indica Gilpérez.
“No podemos desproteger el bien más preciado que tenemos: nuestros datos”, apunta este directivo. Y es que la información, junto al talento, es el mayor activo de las organizaciones. Y esta información está actualmente en cualquier sitio y es accesible también desde cualquier lugar.
Otros puntos a tener en cuenta son “los permisos por usuario”, el “tracking de accesos”, la “posibilidad de revocación” y una colaboración segura que permite la edición y colaboración en tiempo real”.
“La colaboración antes no era tan intensa como ahora y, como consecuencia, la información puede estar en cualquier sitio, cualquier lugar o cualquier dispositivo”, insiste por su parte Javier Modúbar, CEO de Ingecom, que distribuye la tecnología de SealPath. “A raíz de esto se abren diversos agujeros de seguridad en torno a la empresa y a la persona”.
Además, “el usuario piensa que al estar en casa se encuentra en un entorno más seguro, pero posiblemente sea más vulnerable”, observa. “Por ello, es imprescindible dotar de tecnología el entorno de la persona”.
“Es importante no sólo poner barreras de securización”, dice Javier Modúbar, “sino también concienciar a los trabajadores de los riesgos de la red”. Esto hay que complementarlo con herramientas de gestión de identidad y accesos y el análisis del comportamiento.
“Un usuario que abre un phishing crea un agujero de seguridad en su equipo, ya sea personal o corporativo”, apunta Modúbcar. “Es imprescindible combinar varias tecnologías para hacer a la persona más segura ya que a veces los propios usuarios están comprometidos sin saberlo”, sentencia.
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