“Será una vigilancia constante, ininterrumpida durante 10 años, que mejorará enormemente nuestra inteligencia militar”. “Si el proyecto tiene éxito, allanará el camino para una nueva flota de aeronaves de espionaje”, dicen desde el Pentágono, envueltos en una reducción de costes de armamento de alta tecnología, pero mejorando las operaciones de vigilancia.
Este monstruo volante no tripulado “será completamente revolucionario”, dicen los militares de la fuerza aérea, estará a salvo de ataques con cazas o misiles debido a su altitud y contará con una antena gigante y la última tecnología en sistema de radares, que permitirá “vigilar más lejos y con más detalle que nunca antes”, dicen.
El dirigible estará lleno de helio y será alimentado por células de combustible de hidrógeno recargadas con paneles solares. Se espera un prototipo para 2014 diseñado desde la DARPA, (Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados de Defensa), responsable del desarrollo tecnológico para uso militar estadounidense.
No es por ser aguafiestas pero seguramente recuerdas la peli del desastre del Hindenburg, el dirigible alemán tipo zeppelin que se convirtió en la aeronave más grande de la historia y que fue pasto de las llamas, seguramente por el uso de hidrógeno (gas altamente inflamable) que supuso el fin de los dirigibles como medio de transporte.
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