Una de las consecuencias del confinamiento y la libertad de movimientos derivados de la pandemia ha sido el parón de la economía general y de algunos sectores muy en particular. Uno de ellos es el turismo, y derivado de la gran reducción de desplazamientos al extranjero llega un problema adicional para un sector tan dinámico y complejo como el de la telefonía móvil: el gran descenso en la recaudación derivada del roaming o itinerancia.
Igual que el sector hotelero, las agencias de viajes, la restauración y las líneas aéreas una de las fuentes de ingresos que generaba el turismo tiene que ver con las tarifas que pagan los turistas cuando utilizan el teléfono móvil fuera de las fronteras de su propio país.
Los analistas estiman que en la facturación de los operadores de telefonía móvil europeos no crecerá durante 2021 por encima del 1,51 %, representando este porcentaje la mitad de lo crecido durante 2020 que fue de un 3,15%. Sólo para el año 2022 se espera un ligero crecimiento que apenas llegará al 1,28%, aunque será aún peor en 2023 cuando el crecimiento quede estancado en apenas el 0,7%.
A decir de estos analistas el negocio de la telefonía móvil en itinerancia evolucionará casi en paralelo al propio negocio del turismo, con lo que tiene por delante unos años complicados hasta que la situación recobre la normalidad previa a la pandemia. En este sentido la guerra entre las operadoras se ceñirá a la batalla comercial en el sector de telefonía low-cost y los operadores móviles virtuales, muchos de los cuales están vinculados a los grandes operadores como segundas marcas que buscan competir en nichos de mercado específicos, con agresivas ofertas.
Todo esto ha conducido durante el pasado año 2020 a una paradoja en la que se produce un aumento del tráfico y la conectividad mientras descienden los ingresos. El teletrabajo ha multiplicado las llamadas y el consumo de datos, ha multiplicado la carga de trabajo de las operadoras, pero todo ello no se ha visto reflejado en aumentos de facturación, sino que ha sucedido todo lo contrario debido sobre todo a las tarifas planas, que permiten un mayor uso sin incremento de ingresos.
Hay que sumar también la reducción de ingresos procedentes de empresas que se han visto abocadas al cierre, aquellas que han reducido su actividad, o las que se han visto afectadas por un ERTE. Mención aparte merece el sector de la hostelería, sin duda uno de los más perjudicados por la pandemia.
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