El lado oscuro del metaverso: 10 riesgos de seguridad
La suplantación de la identidad, la extorsión, la polarización social o las secuelas físicas son algunas de las consecuencias indeseables que podría traer este nuevo mundo.
Meta, Microsoft, Qualcomm, Telefónica… las principales compañías tecnológicas ya están invirtiendo recursos en el metaverso, que se posiciona como la gran tendencia para los próximos años con la que ofrecer nuevas experiencias a los usuarios.
Su potencial es evidente, como también lo es la necesidad de asegurar este espacio para evitar que los ciberdelincuentes se apoderen de un universo más.
La hiperindividualización de los contenidos y el anonimato son dos de las características del metaverso que podrían alimentar conductas delictivas. Así lo advierte Prosegur Research a través de su informe Luces y Sombras del Metaverso. En concreto, diez son los principales riesgos de seguridad que existen en relación con esta innovación.
Al ser un “espacio económico sin regular” se vuelve especialmente atractivo para los criminales. “El desconocimiento por parte de usuarios y empresas puede facilitar el éxito de estafas mediante engaños apoyados en las tecnologías”, advierten desde Prosegur.
A esto hay que añadirle amenazas ya conocidas, presentes a lo largo y ancho de internet, como el ransomware que secuestra equipos y cifra datos para pedir un rescate a cambio de su liberación.
Los habitantes del metaverso también podrían caer víctimas de la “suplantación de identidad” por el robo de datos sensibles, tanto económicos como biométricos.
Otro riesgo relacionado con todo esto es el empleo de avatares por parte de personas con malas intenciones para lleva a cabo planes de “extorsión”. La grabación de interacciones y conversaciones les podría servir para amenazar con la publicación de información personal.
“Esta tecnología da una mayor sensación de inmersión que facilita que esquemas de coerción y manipulación tengan un mayor impacto sobre las víctimas”, alertan los expertos en seguridad. De ahí que se pueda derivar una “gamificación perversa”, situando a los usuarios en situaciones comprometidas sin realmente quererlo, como el acceso a zonas restringidas.
Por otra parte, la hiperindividualización de los contenido asociada a esta tecnología, que ofrece una visión muy concreta del mundo, puede llevar a la “polarización social” y política. Esto se evidencia en la posibilidad de bloquear imágenes y audio que son contarios a las ideas de cada individuo en particular.
Todo esto abre la puerta a la “captación y radicalización” de los metaversianos para su incorporación a organizaciones peligrosas, algo a lo que contribuye la sensación de anonimato por la ausencia de registros de las comunicaciones.
El metaverso, al mismo tiempo, facilita la realización de simulaciones y el traslado de “conductas violentas” del mundo real, como el acoso o el abuso, a la esfera virtual.
En este mismo sentido, podría potenciar el “e-learning criminal”, la transmisión de conocimientos y la planificación de operaciones delictivas mediante la réplica de escenarios de atentados, simulaciones de vuelo o la propia previsión de respuesta de las autoridades.
Otra preocupación es la “exposición de menores”. “Pese a que el avatar carece de presencia física como tal, el hecho de que las interacciones entre usuarios sean reales y puedan desarrollarse sin supervisión potencia la probabilidad”, según Prosegur Research de circunstancias como que “menores con curiosidad se expongan a todos los riesgos mencionados”.
Por último aparecen los “riesgos físicos”. El metaverso es intangible, pero sus consecuencias no lo son. Esto incluye riesgos para la salud y la integridad de los usuarios, desde mareos y caídas a la pérdida de coordinación visual o la aparición de secuelas por abusar de la tecnología.