Internet de las Cosas, hasta en la sopa
El Internet de las Cosas sufre un gran mal. Así lo cree la consultora Gartner, que no duda en señalar que se trata de una tecnología sobrepublicitada para el escaso protagonismo que tiene, de momento, en la vida real.
Televisores, lavadoras, coches, ropa… Está claro que cada vez hay más y más dispositivos que tienen presencia en la Red. Este avance ha otorgado un gran protagonismo en los últimos años al Internet de las Cosas, pero, de acuerdo con Gartner, se trata de un protagonismo exagerado.
Y es que, según la consultora, todavía habrá que esperar entre cinco y diez años para hablar de productividad real, mientras que por el momento este concepto debería situarse en “la cima de las expectativas sobrevaloradas”.
Las razones que llevan a Gartner a pensar que todavía quedan algunos años para que se produzca una adopción generalizada de esta tecnología son tanto la falta de estandarización como su naturaleza cambiante. “La estandarización de los datos, de los protocolos inalámbricos, de las tecnologías siguen siendo un desafío a la hora de que se produzca una adopción más rápida del Internet de las Cosas”, explican desde la consultora. Algo a lo que tampoco ayuda el gran número de consorcios, organismos regulatorios, asociaciones y políticas gubernamentales o regionales que están abordando en todo el mundo la cuestión normativa.
Este estudio de Gartner forma parte de la evaluación anual que realiza a las tecnologías emergentes. Así, el “Hype Cycle” es un gráfico que las mide según su ciclo de vida y las emplaza en una de las cinco categorías establecidas: Technology Trigger o disparador tecnológico; Peak of Inflated Expectations o el pico de las expectativas infladas; Trough of Disillusionment o el valle de la desilusión; Slope of Enlightenment o la pendiente de tolerancia; y Plateau of Productivity, cuando la tecnología alcanza la madurez.
El Internet de las Cosas, junto a los vehículos autónomos, las impresoras 3D para los consumidores y los dispositivos wearables formarían parte de esas innovaciones que pueden situarse en la segunda zona del ciclo o pico de las expectativas sobrevaloradas.