Las claves del innovador proyecto educativo estonio
Las aulas estonias acogerán un novedoso plan que prevé que los colegios enseñen a niños de 6 años programación informática.
Es este un mundo plagado de pantallas, acostumbrado a grandes dosis de consumo de contenido multimedia. Los dispositivos inteligentes son ya una extensión del cuerpo de un importante porcentaje de la población. Aprovecharse del tirón 2.0 es un movimiento inteligente para empresas y países. Con los más que cuestionados modelos económicos actuales, la inversión en I+D parece una apuesta sobre seguro.
Estonia daba hace unas semanas el campanazo. Sus escuelas iban a acoger un plan, financiación pública mediante, que prevé que los colegios enseñen a niños de 6 años programación informática.
La noticia pronto golpeó los medios, y desde entonces se han abierto varios frentes de reflexión sobre la posibilidad de extrapolar esta medida y la importancia de invertir en innovación en el ámbito educativo. Sus beneficios a medio y largo plazo son indiscutibles en plena era digital.
El de Estonia es un caso singular. El país, con apenas 1,3 millones de habitantes, tiene el tamaño perfecto para la inserción y control de desempeño de un plan como ProgeTiger.
La idea central del programa, de carácter voluntario, es proveer a los niños conocimientos sobre programación y sentar las bases de un tejido de estudiantes con conocimientos informáticos que apoye iniciativas futuras de mayor calado.
La ambición de Tiger Leap Foundation –organización tras el plan- no dista mucho de la idea con la que fue creada. Fue a finales de la década de los 90 cuando el entonces presidente de Estonia, Toomas Hendrik Ilves, y el ministro de educación, Jaak Aaviksoo, arrancaron el proyecto con la idea de llevar internet a todos los colegios del país.
Desde entonces, la fundación ha provisto a escuelas con la tecnología y conocimientos necesarios sobre temas metodológicos y digitales. Lo anunciado ahora le parece a Ave Lauringson, directora de formación de la fundación, “un paso lógico”.
La organización, es parte del ministerio estonio de Educación e Investigación (interesante conjugación de materias) y tiene tres canales principales de financiación: el gubernamental, el procedente de los programas educativos de la UE y la financiación de patrocinadores privados, presumiblemente empresas relacionadas con las TIC.
ProgeTiger tiene dos componentes. Por un lado es una acción colaborativa. Quieren, como explica Lauringson a Silicon News a través de correo electrónico, “dar a todas las escuelas la oportunidad de formar su propio club de programación” o bien la oportunidad para que “integren la programación informática en el plan de estudios”.
Por otro es una inversión en talento. “Queremos que nuestros niños no sean sólo usuarios de software, sino que se conviertan en los creadores de las nuevas tecnologías”, sentencia.
“La programación informática suena como algo muy difícil”, admite Ave, “largas líneas de símbolos, números y letras” que pueden aturdir a cualquiera. El secreto está en familiarizar al estudiante -desde la más tierna infancia- con el lenguaje y enseñarles a “pensar de forma lógica, a solucionar problemas”.
Hay en torno a 100 escuelas en Estonia. Una de cada cinco ya dispone de equipamientos robóticos Lego Mindstorm. La intención es implantar paulatinamente programas como Kodu, Logo y Skratch que permiten construir aplicaciones y acceder a los aspectos más básicos del diseño web. La idea es “mantener a los estudiantes interesados sin enfocarnos demasiado en la parte teórica de la programación”, explica Lauringson.
A principios de octubre empezarán las clases online para el profesorado de primaria. Serán 30 los profesores que inicien el proyecto. El resto – también de grados superiores- empezará con la formación a partir del año que viene. “Todo el plan de estudios estará listo en diciembre de este mismo año”, advierte.
ProgeTiger es la materialización de una ambición; la de sentar las bases de la curiosidad científica que incida en la elección de carreras técnicas en el futuro próximo. Estonia puede presumir ya de ser cuna de talento tecnológico. Hay importantes compañías que se nutren de ingenieros estonios, siendo Skype el ejemplo más famoso.
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