El futuro de los bancos frente al desafío fintech
¿Se adaptarán cambiando sus infraestructuras? ¿Se modernizarán adquiriendo startups? ¿O simplemente dejarán de existir como intermediarios? Su destino se ha debatido en el Digital Enterprise Show.
El sector fintech está en plena expansión. El año pasado se registraron en Europa 142 deals en empresas de tecnología financiera, con una inversión total de 1.800 millones de euros, según un informe publicado por Tech.eu en marzo. De acorde al mismo, el fintech acaparó el 10% de la inversión TIC en 2015 en el Viejo Continente. Además, se calcula que en España hay más de 120 compañías de este tipo, un 40% más que el ejercicio anterior, de acuerdo al Mapa del Fintech Español, creado por Mooverang.
Durante el Digital Enterprise Show, que se celebra estos días en IFEMA (Madrid), el fintech ha sido uno de los temas de discusión. ¿Cómo está transformando el sector de la banca? ¿Es una amenaza o una oportunidad para una industria que tiene sus procesos y herramientas obsoletas?
Para el cofundador de la plataforma de crowdlending Loanbook, Eloi Noya, “un solo player no puede hacer que se produzca una disrupción en el sector de la banca. Tiene que ocurrir lo mismo que ha pasado en los medios o en la música. Pero ya hay miles de fintech en cada vertical que crean propuestas de valir y por eso los bancos tienen que adaptarse y cooperar”.
El consultor de blockchain en Everis, Alex Puig, discrepa. “¿Por qué un fintech no puede suponer un cambio para toda la banca?”, se pregunta. Puig cita ejemplos como Amazon o Airbnb, que han supuesto un antes y un después para negocios como la logística o los alojamientos. Además, argumenta que las startup fintech son más seguras y rápidas que las compañías de banca y en algún momento podrían marcar ese punto de inflexión necesario.
La clave podría estar en “encontrar una mejor propuesta de valor, un mejor producto o servicio”, según cree Carlos Vivas, Tech Solution Architect en Opinno. El responsable está convencido de que los grandes bancos tienen mucho dinero y por tanto les resulta fácil adquirir compañías en diferentes sectores que les ayuden a este objetivo. Para Puig, no obstante, las grandes entidades financieras tienen miedo a la transformación y tienden a pensar “que les están destruyendo”.
Renovarse o morir
Diego Bastard, cofundador y director general en España de la plataforma de créditos online para pymes Spotcap, subraya las “complejas estructuras” que tienen los bancos, las cuales les dificultan la adaptación. Sin embargo, también destaca que “están cambiando sus estrategias”. Prácticamente todos los grandes bancos ofrecen ya algún servicio digital o móvil.
De cualquier manera, para estos gigantes con anticuadas y gigantescas infraestructuras, la opción más sencilla suele ser abrir un laboratorio de innovación o aceleradora en paralelo o bien tirar por las adquisiciones. “Antes el banco era el único que podía acceder a tus cuentas, pero ahora hay pequeñas compañías que también se ganan ese privilegio. Los bancos simplemente las compran”, explica Víctor García, fundador de la pasarela de pago con bitcoins y altcoins Cripto-Pay.
El futuro de los bancos no está nada claro. Puig cree que “darán consejo, servicios y productos que se adapten a ti. Los clientes esperan que ofrezcan soluciones inteligentes capaces de ajustarse a cada cliente”. Para Vivas, las empresas tecnológicas pueden acabar desplazándolos. “iTunes tienen 800 millones de usuarios, más de 10 veces que los grandes bancos. Si Apple abriera un banco en un día tendría millones de usuarios”. Desde Cripto-Pay tampoco les ven mucho sentido. “Si hay servicios peer to peer ¿qué pasa con ellos? Yo gestiono los pagos y en ese momento la función del banco queda eliminada. Quizás no sea en 5 años, pero podemos entender que no habrá una entidad central. La tecnología lleva a modelos descentralizados”, apostilla García.
Desde Spotcap tienen una visión más integradora. Piensan que “el banco seguirá formando parte de la infraestructura financiera, pero no veremos ningún banco a pie de calle”. Puig también alerta de los peligros de su falta de flexibilidad. “En mi trabajo no doy de sí. Todo va muy rápido en la tecnología y a veces pienso que hay que parar de inventar cosas. Pero en los bancos todo marcha a otro ritmo, muy lento, tratando de mantener sistemas de hace 20 o 30 años. No pueden conectar con el talento y están apartados de todo. Si no se adaptan, pueden tener un problema”, concluye.