El futuro de las búsquedas empieza por C: compartir, colaborar y contextualizar
Parece que fue ayer, pero hace ya veinte años que Tim Berners-Lee creó la World Wide Web e Internet pasó a convertirse en fuente inagotable de respuestas para todo, sustituyendo a las socorridas enciclopedias en papel y derrotando por el camino a proyectos multimedia como la Encarta de Microsoft. En cierto modo la red de redes se ha erigido como sinónimo de buscador.
Si hay que consultar el tiempo, el recurso de Internet prevalece a las páginas meteorológicas del periódico. Cuando se nos olvida la hora de un concierto, una película o un vuelo, vamos de cabeza al ordenador o el teléfono móvil. Para planear un viaje también hilamos los detalles a través de los buscadores online. De ellos, los hay que han pasado a mejor vida, caso de Hotbot, Lycos y Terra, pero otros suenan cada día con más fuerza, porque rompen incluso los límites de lo que nunca se llegó a soñar.
Google, que ha visto peligrar su reinado por el auge de las redes sociales, ha decidido combinar su algoritmo de búsqueda con toda aquella información generada por amigos desde entradas, fotografías y comentarios en blogs, cuentas de Gmail, GTalk, Reader o aplicaciones de terceros como Flickr y, por supuesto, Twitter. ¿La filosofía subyacente? El contenido creado o compartido por gente cercana a los usuarios es más relevante que el resto.
Por eso también incluye las webs que sus contactos han recomendado con el botón “+1”. Bing, por su parte, incorpora los “Me gusta” de Facebook. Yahoo! no ha querido quedarse atrás y ya ha integrado su servicio de noticias con la red social fundada por Mark Zuckerberg con el objetivo de mostrar en todo momento las informaciones leídas por los conocidos de sus clientes. La idea es siempre la misma: mantener al mundo conectado.
De la instantaneidad a la serendipia
Este afán por crear redes de conocimiento impulsa a otros sitios como Wikipedia o Quora. Pero en su caso se trata de fabricar grupos colaborativos y extraer respuestas subjetivas a preguntas concretas, respectivamente. El mecanismo de votación y recompensa que rige el funcionamiento de la startup de Palo Alto, por ejemplo, ayuda a crear una base de datos de la experiencia humana con un enorme potencial. La sabiduría ya no procedería de filtrar cientos de enlaces hasta satisfacer la curiosidad, sino de quedarse con la respuesta más valorada porque es la más certera. Y eso es suficiente.
Esto significa, en palabras del cofundador de Apple, Steve Wozniak, que irremisiblemente “los motores de búsqueda serán sustituidos por motores de respuesta”, al estilo Wolfram Alpha. E irán más allá de la instantaneidad, hasta la serendipia. El reto actual es entregar información sin que el usuario tenga que pedirla, aprovechando las bondades de los dispositivos móviles inteligentes. Si se conoce la ubicación del dueño del terminal, su perfil de navegación, gustos, necesidades y costumbres, es técnicamente posible ofrecerle en bandeja aquello que quiere en cada momento. Como con las aplicaciones de geolocalización, pero a lo grande.
De los sistemas de búsqueda se espera que vuelvan la vida más fácil y tras ciertos avances en el campo del reconocimiento de imágenes y voz se está consiguiendo. Lo primero lo ha hecho Google con Goggles, que permite analizar fotografías tomadas con la cámara del smartphone, identificando objetos, traduciendo textos e incluso resolviendo sudokus. Lo segundo está en boca de todos a raíz de la presentación del iPhone 4S y su asistente Siri, cuyas irónicas conversaciones se han ganado una legión de adeptos. Dos logros que hasta hace poco parecían inalcanzables.
Personalizar. Interactuar Contextualizar. La industria está ahí, en los albores de la inteligencia artificial y explorando sus límites entre las posibilidades que ofrece la tecnología y el respeto a la privacidad de los individuos. Un derecho que en no pocas ocasiones se ha vulnerado y se convierte en el principal enemigo de este tipo de servicios. Queda por ver cómo superan el desafío (si lo hacen) y con qué nos sorprenderán los buscadores del futuro.