Tras anunciar la salida de Sam Altman como CEO y el nombramiento de Mira Murati en su lugar de manera interina, OpenAI ha vuelto a aplicar cambios en su dirección ejecutiva. Todo esto lo ha hecho en cuestión de cuatro días.
La compañía que está detrás de solución de inteligencia artificial ChatGPT será liderada de momento por Emmett Shear, que hasta hace unos meses estaba al frente de Twitch.
Así lo ha comunicado el propio Shear a través de su cuenta en la red social X, donde ha querido dar algunos detalles sobre la situación de transición que atraviesa OpenAI.
“Acepté este trabajo porque creo que OpenAI es una de las empresas más importantes que existen actualmente”, dice en su mensaje público. “Cuando la junta compartió la situación y me pidió que asumiera el cargo, no tomé la decisión a la ligera. En última instancia, sentí que tenía el deber de ayudar si podía”.
Su nombramiento llega en medio de la petición de dimisiones por parte de empleados disconformes con el proceder de la junta y el devenir de los acontecimientos.
Shear se ha comprometido con la plantilla a instaurar un plan de treinta días que implicará una investigación independiente de lo sucedido, conversaciones con trabajadores, socios, inversores y clientes y la reforma del equipo de gestión y liderazgo.
“Dependiendo de los resultados y lo que aprendamos, impulsaré cambios en la organización, incluso presionando enérgicamente para lograr cambios de gobernanza significativos, si es necesario”, promete.
“La estabilidad y el éxito de OpenAI son demasiado importantes como para permitir que la agitación los perturbe de esta manera”, añade. “Me esforzaré también por abordar las preocupaciones clave, aunque en muchos casos creo que puede llevar más de un mes lograr un progreso real.
Mientras el nuevo CEO abre este proceso, Sam Altman y el expresidente de la junta de OpenAI, Greg Brockman, han sido fichados por Microsoft para hacerse cargo de un nuevo equipo de investigación avanzada en inteligencia artificial.
Sobre su predecesor en el cargo, Shear afirma que “la junta no destituyó a Sam por ningún desacuerdo concreto sobre seguridad, su razonamiento fue completamente diferente”.
Eso sí, reconoce que “el proceso y las comunicaciones en torno a la expulsión de Sam se han gestionado muy mal, lo que ha dañado gravemente nuestra confianza”.
Cabe recordar que la junta directiva alegó sobre el despido que el directivo no había sido “sincero de modo sistemático en sus comunicaciones” y que eso “obstaculizó su capacidad para ejercer sus responsabilidades”.
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