“¿Qué hace un chico como yo en un sitio como éste?” O más bien… “¿Qué hace el presidente de un fabricante de coches en una feria de movilidad?”. Era la pregunta que al comenzar su keynote en el Mobile World Congress se hacía Bill Ford, presidente y CEO de la compañía automovilística que lleva su apellido y bisnieto del mítico Henry Ford.
¿Pero en realidad hay algo que sea más móvil que un coche? En el mundo hay actualmente 1.000 millones de automóviles y un 10% de ellos ya está “conectado”. Esto significa que ya existen 100 millones de coches que pueden acceder a servicios de información global y que convierten a los utilitarios en otra suerte de gadgets más. La empresa americana acaba de traer su tecnología de comandos de voz Sync al Viejo Continente y espera que en tres años haya 3,5 millones de automóviles en circulación con la tecnología incorporada. En 2050 según las predicciones de Bill, existirán 4.000 millones de vehículos en el mundo.
Con este concurrido parque automovilístico el término “Gridlock” cobra todo su sentido. Esta palabra define un estado de congestión en una ciudad infinito, apoyado por la estructura rectilínea de las calles. El pan de cada día en Barcelona cuando a las 7 de la tarde se cierra el Mobile World Congress. Ford cree que este concepto hecho realidad en la Ciudad Condal y convertido en metáfora para muchos otros sectores puede evitarse si se crea una red global que conecte todos los coches.
Según la visión de Ford existirán tres formas de conexión entre los automóviles, según su distancia. El nivel “near term” permitirá una comunicación a corta distancia para mejorar la seguridad. Ya hay algunas empresas que están explorando este concepto, como Coyote. En esta firma francesa han desarrollado un sistema (e incluso una app móvil) para informar a otros conductores de lo que pasa por delante suya para prevenir siniestros, determinar la congestión de una vía, identificar un radar o control de velocidad, etc.
Los coches también se conectarán en un ámbito “mid term”, ayudando a agilizar la organización de las ciudades. Se podrá ayudar a saber qué transporte tomar si hay atascos, qué tiempo puede tardarse de un sitio a otro dependiendo del tráfico, conocer el clima existente en algunas zonas gracias a los vehículos que están pasando por las mismas, etc
Pero no se trata solo de hacer una red social para conductores ni un club exclusivo para automovilistas. Ford no se conforma con eso. Cree que los coches deberían de comunicarse con trenes, aviones, autobuses, bicicletas y resto de transportes. Y con eso llegamos al “long term”.
Esta visión no es ningún proyecto particular de Ford, sino una invitación a los fabricantes de automóviles y también de tecnología se unan para hacerlo posible. Hace falta que alguien desarrolle un software común que les sirva como base para trabajar. Para que este ecosistema ideal se torne en una realidad, Ford también pide ayuda a los gobiernos. “Cada ciudad en el mundo tiene su propia base de datos acerca de los diferentes transportes ¿Por qué no mezclarlas todas para crear esa red global?”, señala el CEO. La dispersión de los sistemas de información y la diferencia de ideologías y regulaciones de cada gobierno es la principal traba para que el sueño de Ford se haga realidad.
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