La evolución de la tecnología, con la introducción de herramientas como la nube, está revolucionando la forma de trabajar, de comunicarse, de disfrutar del ocio… de vivir.
Pero el hecho de que los usuarios no vean lo que se esconde detrás de ciertas aplicaciones no quiere decir que su impacto en el medioambiente sea invisible. La intensiva generación de datos, cuyo nivel de almacenamiento mundial se cuenta por decenas de Zettabytes, también contamina. Esto es especialmente crítico en el caso del Dark Data, los datos oscuros, inútiles, que quedan guardados en los sistemas, que no se utilizan y de los que se desconoce su contenido. La infraestructura en la que residen consume energía y acaban expulsando niveles innecesarios de dióxido de carbono a la atmósfera.
Un estudio de Veritas Technologies determina que este año el almacenamiento de Dark Data generará 5,8 millones de toneladas de CO2. “En todo el mundo”, dice José Manuel Petisco, director general de Veritas España, “los datos oscuros están produciendo más dióxido de carbono de lo que 80 países diferentes aportan individualmente”
Alrededor del 52 % de todos los datos que están acumulando en estos momentos las empresas son datos oscuros. Y, a menos que la sociedad comience a cambiar de hábitos, en cinco años este tipo de datos llegarán a los 91 Zettabytes, cuadriplicando el volumen actual.
“Filtrar estos datos y eliminar la información que no se necesita debería convertirse en un imperativo moral para las empresas de todo el mundo”, apunta Petisco.
Para cuidar el medioambiente, las empresas tienen que revisar sus estrategias de gestión de datos e implementar cambios. “Necesitan entender este tipo de datos ocultos, y las políticas de almacenamiento a su alrededor, para que no veamos crecer sin medida la espiral de emisiones nocivas para el medioambiente”, comenta el director general de Veritas.
Aquí “todos podemos jugar un papel individual decisivo, ya que casi todos nosotros almacenamos datos a los que nunca volveremos a acceder, simplemente porque el almacenamiento en la nube es tan barato y está disponible para nosotros – miles de vídeos y fotos que nunca miraremos, o correos electrónicos que nunca leeremos de nuevo- que hay cientos de millones de personas haciendo acopio sin una utilidad real”, explica Petisco, que insiste en que “las empresas y los consumidores de todo el mundo necesitan aprender a gestionar sus datos por el bien del planeta”.
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