El globo desde el que saltó se encontraba a 7800 pies de altura, y sus “alas” pesan 55 kilos. Sus cuatro turbinas funcionan con queroseno, como las de los aviones.
Pero lo más interesante es que no tiene ningún mecanismo para girar ni guiar el aparato. Todas las desviaciones las produce él mismo, movimiento sus brazos y piernas, del mismo modo que los saltadores profesionales son capaces de moverse por el aire. Los brazos y piernas de Rossy son sus flaps y su timón, por así decirlo.
El año pasado intentó volar desde Marruecos hasta España, pero los fuertes vientos del estrecho de Gibraltar le forzaron a renunciar. ¡Una pena que no nos visitara! — Javier G. Pereda [BBC]
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