No hay duda de que la nube está ganando popularidad en el ámbito empresarial como potencia de computación bruta y otros servicios mediante sus tres principales categorías: Infraestructura (IaaS), Platforma (PaaS), y Software como Servicio (SaaS). Según un reciente informe de Gartner[1], el volumen del gasto por usuario final en el mercado total de servicios de aplicaciones en la nube está valorado en 22.600 millones de dólares para 2013, y se prevé que alcance los 45.600 millones de dólares en 2017 – ¡una tasa de crecimiento anual compuesta del 20%! Para los CIOs en cualquier industria, desarrollar una estrategia cloud sensata conlleva tantas preocupaciones como beneficios: ¿cómo mantengo el control sobre mis aplicaciones y sus datos? ¿Qué ocurre con la seguridad y los costes globales asociados con el traslado a la nube?
La mayoría de las preocupaciones se reduce a una simple pregunta – ¿estoy cómodo con la idea de perder el control? Es un poco como dejar a un hijo suelto por el mundo, le hace sentirse nervioso a uno. Todos hemos oído historias referentes a apagones de la nube y el impacto resultante sobre los usuarios finales que confiaban en las aplicaciones y servicios que dicho entorno cloud les entregaba, y por supuesto, son estos ejemplos los que se quedan en nuestras mentes. El problema es que cada CIO se está enfrentando al reto de distribuir sus aplicaciones a una base de usuarios finales cada vez más global y móvil que demanda que la aplicación alcance a cada usuario, en cualquier lugar y en cualquier dispositivo. Cumplir esta utopía es bastante complicado, pero el CIO, lógicamente, quiere mantener el control, seguridad, fiabilidad y encontrar formas de reducir los costes de TI.
La paradoja de la nube
Muchos CIOs todavía tienen la percepción de que es fácil y barato escalar más allá de una sola región cloud. Es, por supuesto, más fácil si se está operando desde una sola región con múltiples zonas disponibles en un único proveedor cloud, pero las cosas raramente son así de fáciles. Muchas empresas necesitan su aplicación en múltiples regiones, ya sea por razones legales o porque sencillamente es donde sus usuarios están. Utilizar más de un proveedor cloud en diferentes regiones con el propósito de asegurar la entrega efectiva de las aplicaciones a los usuarios es una estrategia complicada pero efectiva. Todo esto lleva a una mayor complejidad no solo en términos de gestión, sino también de mayor coste, entrega compleja de aplicación, y una mayor posibilidad de caída debido a mayores puntos de fallo y a una arquitectura más compleja.
Incluso, ejecutar una aplicación con un solo proveedor cloud puede convertirse en un asunto complejo cuando de repente se necesita operar en más de una región. Hay que revisar algunos temas como la recogida, transmisión y almacenamiento de datos, así como las leyes locales que hay que cumplir. Pero incluso el trato con el propio proveedor cloud puede ser un reto con los diferentes modelos de precio, así como con tareas que parecen sencillas como la facturación.
Además, las diferentes regiones con el mismo proveedor cloud pueden ser sutilmente diferentes desde una perspectiva técnica. Esto se debe a que cada proveedor cloud adopta un enfoque muy diferente a la hora de organizar la pila de software que impulsa sus ofertas, aprovechando diferentes tecnologías que cada proveedor cloud considera que es la mejor, la más barata o que ofrece una ventaja competitiva única. Esto hace que sea extremadamente difícil para los clientes aprovechar los recursos de múltiples proveedores cloud. Aparte de esto, es crítico para las aplicaciones ejecutarse en entornos idénticos para asegurar que operen sin fallos. Desde el punto de vista del desarrollo, esto significa que las aplicaciones tienen que ser muy robustas y organizadas de manera que puedan tolerar dichas diferencias o hay que estar seguro de que los entornos en los que se ejecutan son idénticos, incluso si es a través de varias regiones en el mismo proveedor cloud o en múltiples proveedores cloud. Esto añade una enorme complejidad y coste al proceso de desarrollo y entrega de aplicaciones y alarga el plazo de actualización de las aplicaciones debido al ciclo de pruebas.
Controlando el coste
El coste de capital y tiempo invertidos en la construcción de centros de datos pueden ser prohibitivos para todos menos las organizaciones más grandes, por ello, en muchos aspectos, no es sorprendente que las empresas utilicen los proveedores de servicios cloud para entregar sus aplicaciones. Pero mantener incluso un modesto entorno de infraestructura cloud puede representar un gran gasto operativo. Puede costar €51.000 a lo largo de tres años ejecutar 4 Servidores Linux basados en la Costa Este de los Estados Unidos, 1 base de datos MySQL y 300 GB de almacenamiento de back-up de base de datos en la Costa Oeste[2]. Esto puede proporcionar a la empresa la infraestructura básica de aplicación que necesita, pero todo reside en una única ubicación. Replicar esta infraestructura en otras regiones para mejorar el rendimiento de entrega multiplicaría rápidamente los costes en cientos de miles de euros.
Gestionar la nube
Mientras que los proveedores cloud están resolviendo con éxito los retos planteados por la disponibilidad de un acceso bajo demanda para los recursos de computación y almacenamiento escalables, trasladarse a la nube crea nuevos retos y deja sin resolver algunos retos ya existentes como llevar las aplicaciones cerca de los usuarios y ofrecer un buen rendimiento en dispositivos móviles. Incluso los mayores proveedores cloud con sus propios centros de datos solo tienen 9 o 10 ubicaciones físicas en todo el mundo. Esto puede ofrecer un alcance de entrega de aplicaciones en todo un continente pero deja lejos al usuario final y por lo tanto, proporciona una pobre experiencia a muchos de los usuarios finales.
Por supuesto, cuanto más recursos de infraestructura se tienen – ya sean propios o mediante uno o más proveedores cloud – más gastos de gestión. No solo se tienen que gestionar las aplicaciones en cada uno de los centros de datos, sino que se querrá poder medir el rendimiento de los recursos, y quizás también gestionar las instancias del servidor directamente. Cuando se trabaja de forma remota, todas estas tareas pueden ser muy tediosas. El objetivo de cualquier infraestructura debería ser el de minimizar la complejidad y permitir al personal de TI centrarse en ofrecer nuevas aplicaciones, eficiencias y valor a los usuarios finales.
Por lo tanto, cuando el reto es un problema de informática distribuida y llevar la aplicación a cada vez más centros de datos, puede crear mucha complejidad ¿cuál sería la decisión de arquitectura correcta?
Aprovechar lo mejor de la “Nube”, manteniendo a la vez el control
La respuesta, y una solución que cada vez más empresas adoptan en todo el mundo, especialmente en mercados como los servicios financieros y el comercio retail online, es entregar el contenido a los usuarios distribuidos desde una ubicación centralizada e implementar una capa de inteligencia de entrega de aplicaciones frente al entorno de centro de datos. Una red de entrega de contenido distribuida, optimizada para mover de forma rápida datos dinámicos mediante Internet lo hace mejor. Las organizaciones deberían crear un servicio de entrega de aplicaciones distribuido frente a sus aplicaciones cloud que les permita aprovechar los beneficios de coste y el acceso bajo demanda para computar y almacenar recursos, y también superar algunos de los retos que los proveedores cloud no pueden resolver, tales como una escala de entrega global, la inteligencia para entregar a cualquier tipo de dispositivo de usuario final, o el balanceo de carga en tiempo real y tolerancia a fallos en caso de apagón.
Entonces, ¿se trata de una utopía? Solo se puede responder a esta pregunta en base a las necesidades de la aplicación o las necesidades de los usuarios. Pero si se trata de gestión, complejidad, costes y carga para el CIO, entonces es una opción de arquitectura que se debería tener en cuenta…
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