El coste del ingenio quizá tenga la culpa: cinco mil millones de dólares.
En diciembre de 2011 el Pentágono decidió cancelar el proyecto a pesar de que la unidad de pruebas del dispositivo, montada en un Boeing 747-400F cumplió con éxito su misión. La misma tuvo lugar en febrero de 2011 y consistía en sobrevolar una zona del Pacífico en la que desde un barco en alta mar se disparo un misil SCUD. Los sensores a bordo de la aeronave detectaron dicho lanzamiento y mediante un laser de baja energía se procedió al seguimiento del misil.
Un segundo laser procedió a continuación a efectuar mediciones relativas a las condiciones atmosféricas y sus posibles perturbaciones a fin de captar datos que condujesen al cálculo de la situación óptima para efectuar el disparo final. Por último llega el momento rayo destructor que a algunos les recordará lo que era capaz de conseguir la Estrella de la Muerte: un láser de alta intensidad, con potencia cifrada en megavatios dejaba sentir su poder sobre el misil enemigo simulado causando en el mismo un fallo estructural masivo (jerga militar para decir “dejarlo frito”) que terminaba ocasionando la destrucción del mismo.
Con todo la experiencia en el desarrollo de este sistema no va a caer en saco roto. El Pentágono está aprovechando la experiencia para aplicarla a los drones, los temibles aviones no tripulados que ahora, además, podrían contar con sistemas láser similares para destrucción a distancia de misiles enemigos.-[Fight Global]
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