En una entrevista televisiva el escritor ha detallado el uso que hace de una herramienta informática que sin duda fue un hito de la productividad en la década de los 80… pero es que han pasado tres décadas y a George R. R. Martin no parece satisfacerlo lo que es capaz de ofrecer los avances habidos desde entonces en el campo de los procesadores de texto.
Martin ha declarado que adora la simplicidad que ofrece WordStar 4.0 ejecutado en DOS al tiempo que aborrece lo que para muchos supone un avance como son los correctores ortográficos automáticos. Literalmente afirma que “si quiero una letra mayúscula ya la tecleo yo, sé cómo funciona la tecla de MAYÚSCULAS“.
Evidentemente este arcaismo tecnológico literario se ve complementado, una vez que deja la escritura de sus novelas ambientadas en Poniente, con otro ordenador, este sí más moderno y con un sistema operativo de los que requieren el empleo de un ratón, y que utiliza para navegar por Internet y comunicarse mediante correo electrónico.
Deberíamos tomarlo como una más de las muchas excentricidades (o manías) que atesoran los creadores, puesto que hay numerosas aplicaciones y programas de última hornada que, precisamente, buscan reproducir esa apariencia minimalista del espacio de trabajo para el escrito. Incluso sin ir a productos específicos, la gran mayoría de software y herramientas, desde Word hasta Docs de Google permiten un modo sin distracciones en el que la pantalla se convierte en una inmensa hoja blanca en la que sólo aparece el texto que tecleamos.
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