A niños imaginativos, a adultos hechos y derechos y a empresas de primer nivel. A todos ellos atrapa la visión de un robot que es capaz de relacionarse con los humanos sin vacilar o, cuanto menos, que muestra soltura a la hora de realizar tareas. Desde las meramente banales, con el objetivo de ahorrar a los demás el esfuerzo de hacerlas, hasta las más engorrosas, de tal modo que se evitan peligros de tipo personal. Construir este tipo de máquinas ha sido siempre uno de los grandes anhelos de la humanidad. Y aunque todo es mejorable, y la lógica dicta que la tecnología seguirá avanzando más allá de lo que ahora mismo podemos imaginarnos, ya se han alcanzado hitos que merece la pena apuntar.
Para ello no necesitamos siquiera salir de España. Uno de esos apasionados de los robots que ha conseguido materializar su sueño de infancia es el asturiano Francisco Javier Paz, fundador de TheCorpora y por ende padre de Q.bo, un producto que entremezcla conceptos como la nube, el hardware libre y el software “open source” tras una fachada de compañero bonachón que aprende con la experiencia, como lo haría cualquier persona. Cuando hablamos con Paz hace ya un tiempo, apuntaba a sus maneras como “una mascota más dentro del futuro hogar digital”. No en vano, la industria tecnológica está avanzando hacia áreas como el Internet de las Cosas donde todo (¿incluso el mejor amigo del hombre?) estará conectado entre sí de forma inteligente.
El manejo de conceptos relacionados como la Inteligencia Artificial, el reconocimiento de objetos y la síntesis de voz, por otra parte, convierte a estos dispositivos en algo más que electrónica sin alma. Los robots encierran todo lo necesario para ser útiles en múltiples casuísticas. Algunos pueden actuar como el mejor “segurata” para el hogar. Otros podrían hacerle compañía a pacientes que se encuentran solos en un hospital o echarle un ojo a los niños como preciada nanny. Los hay que con una buena dosis de saber enciclopédico podrían dar clases magistrales. ¿Y por qué no vestir la bata de médico y atreverse incluso a combatir enfermedades? Un ejemplo quizás más recurrente sería el de peón en una cadena de montaje. Y otro más visual, porque recién lo hemos visto en acción, es el de mensajero veloz.
Amazon y la flota de vehículos voladores no tripulados
El último de todos estos ejemplos corresponde a un proyecto actualmente en desarrollo del gigante web Amazon, lo que significa que no sólo startups punteras o firmas puramente enfocadas a la robótica están peleando por su materialización y posterior salto a la vida cotidiana. Son ideas que cuentan con el amparo de nombres destacados dentro de la industria tecnológica y cuyas intenciones parecen muy firmes. Tanto es así que la empresa que dirige Jeff Bezos apunta al 2015 como año en el que estrenar su servicio aéreo Amazon Prime Air de entrega de encargos mediante drones. Se trata de una vuelta de tuerca a su membresía para envíos rápidos y gratuitos que en el futuro llegarán a manos del comprador en menos de media hora desde que confirmó el pedido.
Esto es, si las autoridades lo permiten. El gran desafío al que se enfrenta en estos momentos el equipo de Bezos no es de ingeniería sino legal. La Administración Federal de Aviación (FAA por sus siglas en inglés) tiene la última palabra para que Prime Air tome vuelo en los Estados Unidos, lugar en el que se estrenaría a falta de que Amazon dé más pistas sobre su flota voladora no tripulada. A día de hoy todavía no está regulado el uso de este tipo de vehículos en el tráfico aéreo civil del país norteamericano, lo cual es necesario para garantizar la seguridad de todo aquello que vuela (y de lo que queda debajo de los imitadores de pájaros). Así que habrá que ser paciente hasta que se dé luz verde a su existencia y ver si finalmente se cumplen los plazos previstos para ésta y más tentativas de firmas de transporte tipo UPS, otro fan de los drones (de los muchos que hay) según apunta The Verge.
Google y la fábrica de proyectos secretos (o no tan secretos)
Antes de soñar con drones, Amazon ya había demostrado su querencia por las máquinas automatizadas con la compra de Kiva Systems, una compañía conocida por su sistema de ayudantes robotizados con los que agilizar el movimiento de paquetes y hasta estantes enteros en el almacén. Y por ahí podría tirar también Google, ahora que se ha desvelado que Andy Rubin dejó el liderazgo de Android a principios de año para dedicarse al desarrollo de robots. Su jefe Sergey Brin ya quiso transformarse en el pasado en “Brinbot” para asistir a una conferencia celebrada en la distancia y se sospechaba que entre los denominados “moonshots” del laboratorio Google X o, dicho de otro modo, eso que “vive en la zona gris entre la audacia y la ciencia ficción pura y dura” se encontraban precisamente unas máquinas que algún día podrían realizar actividades que creíamos que sólo nosotros seríamos capaces de hacer.
Acompañando este cambio de roles de Rubin, la compañía de Mountain View ha absorbido los activos de al menos ocho especialistas locales y japoneses, si nos guiamos por lo que dice The New York Times. El último de ellos es nada más y nada menos que Boston Dynamics, un representante harto conocido en estas lides ya que pesos pesados como la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (más citada como DARPA), el Ejército, la Armada y la Infantería de Marina de Estados Unidos han sido clientes suyos. Su punto fuerte se encuentra en que ha logrado crear mecanismos que reproducen movimientos complejos con particular destreza y velocidad. Prueba de ellos son los “animales” BigDog, que está preparado para la escalada, y Cheetah, que supera los 46 kph.
Pero no son los únicos. En la fauna que ahora atesora Google y compone el conjunto de “robots más avanzados de la Tierra”, tal y como los definen sus responsables, encontramos al trepador de paredes, vallas y árboles RiSE, al devorador de terrenos RHex, al fortísimo LS3 con su desafío a cargas de algo más de 180 kilos de peso, al ágil SandFlea que salta alturas de unos 9 metros y a un LittleDog con especial incidencia en la locomoción. Eso sin dejar atrás al cuerpo de ese Petman al que se pueden encasquetar diferentes modelitos sin miedo a realizar pruebas químicas, y de la manera más realista posible. Además de contar con un amplio repertorio de posiciones, este robot también representa condiciones como la sudoración frente al calor. Y, cómo no, Boston Dynamics ha dado vida a Atlas, que perfecciona el parecido con la raza humana.
Un mundo de posibilidades robóticas
¿Qué va a hacer la compañía de la G con todo este material? Aunque nada se ha desvelado aún, todo es posible, incluidos los autómatas clónicos a personas. Especialmente, si sumamos a las capacidades de estas máquinas la visión artificial, los brazos robóticos y las ruedas motorizadas que Google también posee. El otro jefe de Rubin, Larry Page, se ha mostrado “entusiasmado” con el nuevo proyecto de robótica y con el hecho de que sea precisamente Andy quien lo comande, ya que “su última gran apuesta, Android, comenzó como una idea loca que acabó poniendo una supercomputadora en cientos de millones de bolsillos. Todavía es muy pronto para esto”, ha añadido a través de su cuenta de Google+, “pero no puedo esperar a ver el progreso”.
Por cierto, cabe señalar que el trabajo previo de Andy Rubin ya estaba repleto de referencias a este mundillo. Android no significa otra cosa que androide en español, es decir, autómata con forma de hombre… o robot. Y se dice que este nombre está sacado de la novela “¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, en la que a su vez se basa la película de culto “Blade Runner”. No sólo eso, el primer teléfono que se lanzó al mercado con este sistema operativo bajo el paraguas de Google fue bautizado directamente como Nexus One, mientras que los protagonistas artificiales de ambas obras eran los Nexus 6.
A falta de descubrir qué tramarán compañías como Amazon y Google con la propiedad intelectual que están atesorando y con todo el potencial que tienen ahora mismo entre manos, habrá que comprobar también cómo repercutirá este desarrollo en nuestro día a día. Esto es, si damos por hecho que los avances robóticos acabarán dando el salto a la calle y no sólo se reducirán a mejoras internas de las propias empresas, a plataformas laborales de videoconferencia o a cuidadores de la eficiencia en los centros de datos. Uno de los escollos que de momento tienen que pensar en salvar es la propia relación con los humanos, respetando la privacidad de estos últimos y con una transición previa. ¿Tú como reaccionarías si te topases con un robot frente a frente? ¿Para qué crees que podría servirte? ¿Y cómo valoras los proyectos que ha emprendido la industria tecnológica?
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