Pocos se imaginaban cuando Google lanzó su buscador en el año 2000 que iba a ser una herramienta clave para los usuarios y que haría de la profesión de SEO una de las que más actualización constante necesitan. Once años después, todo el mundo tiembla cada vez que anuncian un nuevo cambio en su algoritmo y muchos expertos sufren pesadillas en las que un día se despiertan y esa web que habían optimizado tan bien y con tanto trabajo para que apareciese en la parte alta de los resultados de Google, ha desaparecido de la primera página.
Google cambia su algoritmo con mucha frecuencia (más de una vez al día, según las estadísticas), pero normalmente se trata de pequeños detalles y mejoras insignificantes que apenas afectan a los resultados. Los que de verdad importan son los cambios a los que pone nombre y que hacen que el mundo del SEO se tambalee. Pero a Google no le importa el SEO, claro. A Google, dicen, le importan los usuarios.
El primer gran cambio en el algoritmo del buscador fue una especie de paso en falso, en septiembre de 2002. No se tiene muy claro qué pretendía la compañía con él, pero lo cierto es que el resultado fue de lo más extraño y lleno de errores, y hay muchos casos de usuarios que se encontraron con páginas de error 404 como resultados prioritarios a sus búsquedas. A partir de entonces, no obstante, empezaron ya a encaminar los cambios hacia mejoras reales.
Una de las actualizaciones clave del algoritmo fue la llamada Cassandra, en 2003, que fue la que trajo consigo las reglas de oro de Google para su ranking de resultados: importancia de enlazar a otras páginas y que otras páginas enlacen a la tuya, importancia de un título e importancia de la estructura de navegación. Un poco después, en noviembre de ese año, llegó Florida con el primer varapalo para los gurús del SEO, castigando todas las técnicas más extendidas para mantener una página en lo más alto (saturación de metaetiquetas, textos invisibles, etc). Este cambio, de hecho, fue de los que casi de la noche a la mañana cambió el ranking de arriba abajo.
La siguiente modificación importante en el algoritmo de Google fue en 2005 (Jagger), con el objetivo de penalizar los enlaces de mala calidad, y en los años siguientes se fueron introduciendo más novedades que fueron cambiando la página de resultados del buscador de forma bastante profunda: la introducción e integración de resultados de imágenes, vídeos y noticias, la aparición de Caffeine para ofrecer los resultados más “frescos”, la búsqueda en tiempo real y que empezase a tenerse en cuenta lo social para crear el ranking.
No obstante, y aunque todos estos cambios afectaban también a las técnicas de SEO, que tenían que ir siendo actualizadas, el último gran impacto no llegó hasta principios de 2011 con Panda: un cambio profundo que afectaba al 12% de los resultados, que penalizaba la mala calidad en las webs, bajando las páginas con mucha publicidad y subiendo los sitios de noticias y redes sociales. Recibió, eso sí, muchas críticas al notarse que en muchos casos dejaba a sitios agregadores de contenidos por encima de las páginas con contenido original.
El cambio de esta semana, encaminado a mejorar la frescura y relevancia de los resultados, todavía no se sabe cómo afectará al ranking de forma real. Eso sí, el hecho de que afecte al 35% de los resultados deja claro que es un cambio profundo. Los expertos en SEO tendrán que, una vez más, repasar todas sus teorías.
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