Drones o globos aerostáticos, el ‘internet gratis’ tiene un coste
La idea de internet como servicio básico gratuito reabre el eterno debate de quién debe invertir.
Ya hay más de 2.400 millones de internautas en el mundo, un tercio de la población mundial. Se espera que sean 3.000 en los próximos 2 años.
Pero no es suficiente. No al menos considerando el rango de derecho humano que Naciones Unidas otorgó al acceso a internet. Se le considera como herramienta imprescindible para la libertad de expresión y para el progreso.
La provisión de acceso a internet en las zonas aisladas y más desfavorecidas es un reto tan importante como la proporción de velocidades superiores en países desarrollados, donde el uso y consumo de contenido digital aumenta exponencialmente.
Las telecos europeas invirtieron en despliegue de redes e infraestructura más de 60.000 millones de euros en 2013. Destinaron un total de 6.000 millones de euros en la compra de espectro.
Para expandir 5G por Europa, la red que soporte grandes cargas a alta velocidad, órganos públicos y privados están trabajando desde ya. Definen en la actualidad la capacidad de las redes del futuro y el reparto de responsabilidades en su expansión e implementación.
Pero para llevar internet a África la estrategia de inversión es diferente. Es más barato desplegar antenas WiFi de redes inalámbricas para ofrecer conexión.
En el continente africano los smartphones son más populares que los PC.
Como indicaba recientemente Bloomberg, la demanda en países como Nigeria con 170 millones de habitantes ha llevado a Lenovo a expandir su negocio móvil por el país. Nokia acaba de presentar en el MWC 2014 los smartphones más asequibles del mundo, que ofrecen conexión y acceso a las aplicaciones más básicas por 29 euros.
El ‘internet gratis’ tiene un coste
En casi todos los casos, salvo en excepciones como las propuestas de Gowex con sus cuidades WiFi con conexión inalámbrica gratuita, el acceso tiene un coste para el usuario. Para las compañías que despliegan redes e infraestructura teleco siempre hay un coste. La variación es el ROI.
La ambición de Mark Zuckerberg, fundador y CEO de Facebook y ahora también principal impulsor del proyecto Internet.org, es que algunos servicios de internet sean completamente gratis. Incluidos los accesos a servicios de meteorología, aplicaciones de redes sociales y mensajería.
La propuesta ha sido acogida con escepticismo. ¿Quién va a asumir el coste del proyecto? César Alierta, presidente de Telefónica, es una de las voces que se ha mostrado más críticas. “Me han dejado impresionado las palabras de que el internet debe ser gratis. Pero habrá que conectar países como Zambia o Angola”, ha dicho recientemente. “Alguien tiene que poner las redes”.
¿Drones o globos aerostáticos?
La respuesta de Zuckerberg a este inconveniente podrían ser los drones. Se especula con que Facebook comprará la compañía Titan, fabricante de aviones no tripulados, para llevar internet a países aislados.
Esta posible solución al problema de la conectividad mundial deja sin embargo muchas dudas sin resolver. ¿Quién pagará el despliegue de drones? ¿Cómo mantener un dispositivo volando permanentemente para ofrecer una conexión ininterrumpida?
La propuesta de Google parece más realizable. El ambicioso Project Loon de Google prevé llevar la conexión a cualquier rincón del mundo a través globos aerostáticos. Volarán por la estratosfera libremente en función de las corrientes, dando acceso a internet a las zonas más aisladas.
Amén de quién se hace cargo de los costes de desarrollo y puesta en marcha, el inconveniente es que el servicio que podrían ofrecer tampoco sería estable. La forma de conseguirlo sería lanzando miles de globos que cubrieran permanentemente todos los rincones.
La idea de internet como servicio básico es sostenible en términos políticos y éticos. La viabilidad del proyecto conlleva sin embargo muchas dudas sobre quién invierte y cuál es el retorno de la misma.