Dominio .cat
El nuevo dominio para la cultura catalana tiene consecuencias que van más allá del plano político.
El hecho de que la cultura catalana posea dominio propio supone un paso más en la atomización que desde hace unos años se lleva observando en el seno de Icann. A pesar de las reticencias que la institución parece mostrar ante nuevas ampliaciones, el hecho es que cada vez aumenta más dicho número. Los intereses particulares vuelven a primar sobre la practicidad y utilidad.
Desde el punto de vista empresarial, ya conocemos la repercusión. Las empresas que deseen adaptarse al mercado catalán tendrán que adoptar el nuevo nombre de dominio, con las consiguientes compras de nombres, registro, redirección,? encareciendo el proceso de creación de páginas Web.
Por otro lado, desde el punto de vista del usuario la creación de dicho dominio no tiene ninguna importancia salvo para aquellos que quieran hacer uso de él. Sin embargo, aún no conocemos los requisitos necesarios para que alguien pueda registrar dicho nombre.
Esta tendencia por parte del Icann nos hace pensar que puedan seguir aumentando los dominios similares a .cat. Aparentemente hay un buen número de nacionalidades similares a la catalana inmersas en el territorio europeo que no tendrían por qué recibir una respuesta negativa ante su proceso de obtención de dominio: no olvidemos a Gales, Escocia, Bretaña, Córcega, Bavaria, Valonia, Piamonte, por nombrar sólo los más conocidos fuera de nuestras fronteras.
De cualquier modo, con dominio o sin dominio .cat (rercordemos que tras el nombre se oculta una brillante y universal serie de números) recordemos que los contenidos son los que dan sentido a Internet. Ahí se encuentra el verdadero dominio de una cultura.