DNI: fraude y falta de privacidad en Internet
El robo y uso fraudulento de números de DNI en la Red es un fenómeno aún poco conocido, pero que va en auge. ¿Cómo actúan los cibedelincuentes y cómo podemos defendernos?
Guillermo se dirigió un buen día a una tienda Movistar con la intención de contratar una oferta integrada. Tras rellenar la solicitud y después de un mes de espera, preguntó a la compañía el motivo del retraso. La respuesta: “Tienes una deuda con nosotros y no te daremos el alta de línea hasta que nos la abones”.
Hasta ahí todo normal, si no fuera porque Guillermo nunca había contratado ningún producto ni servicio con Movistar. Después de varias consultas, averiguó que la supuesta deuda figuraba con su nombre, apellidos y número de DNI asociada a un número de teléfono que desconocía, en una provincia en la que nunca había residido. Los intentos de aclarar la situación chocaron con el desinterés de la operadora. A día de hoy, el problema sigue sin resolverse. “Menos mal que no soy cliente; no me quiero imaginar qué habría pasado si tuvieran también mi número de cuenta”, se lamenta Guillermo.
La pregunta que sigue es: ¿resulta posible contratar una línea a nombre de otra persona con un DNI falso? Al parecer sí, y no sólo una línea telefónica. El caso de Sandra Torres lo demuestra. Esta enfermera palentina sufrió un descuido en 2009, por el que la imagen escaneada de su DNI se copió accidentalmente en la carpeta de Archivos compartidos y acabó circulando por una red P2P. A partir de ahí, una montaña de reclamaciones de pagos por televisiones de plasma, créditos al consumo… incluso una denuncia por estafa.
La primera reacción de Sandra fue de estupor. Pero después de varias demandas de entidades de crédito rápido, que en su mayoría sólo piden nombre y DNI, relacionó la copia de su documento de identidad con el cúmulo de compras y créditos a su nombre. Afortunadamente, los tribunales han fallado a su favor en todos los casos, pero el problema de base, el uso impune de sus datos, sigue sin resolverse.
Estos son sólo dos casos, pero no los únicos. La suplantación con DNI no es tan difícil como pudiera parecer a priori. Exámenes, multas y resoluciones con el nombre, apellidos y DNI del interesado figuran en todo tipo de boletines, oficiales o no, que se encuentran al alcance de cualquiera que sepa bucear en Internet.
Sumemos esto a la expansión de Internet y la aplicación de las nuevas tecnologías al comercio y la banca, que han facilitado las compras, pero también el cibercrimen. Cuando estos dos elementos confluyen, y cuando no hay suficiente control por parte de las compañías y sitios web, la Red se convierte en campo abonado para las estafas.
Pero, a diferencia del fraude con tarjeta de crédito –más habitual pero también más perseguido-, el fraude con DNI es menos conocido y se ponen por tanto menos medios para prevenirlo. Exigir una comprobación fehaciente de la identidad del comprador o agilizar la investigación de las suplantaciones de identidad serían dos formas de prevenir este tipo de ciberdelitos.