En primer lugar será necesario olvidarse de compresión digital de formatos de audio para volver a los buenos, viejos y voluminosos archivos WAV, que será lo que pueda “entender” nuestro tocadiscos. Una vez hecha la conversión habrá que transformar los ceros y unos del archivo de sonido en un gráfico vectorial en PDF que será lo que “imprimamos” sobre la superficie del disco.
Será entonces el momento de conseguir una pieza de madera susceptible de convertirse en un “disco musical” mediante la acción del láser. Quien lo ha logrado también avisa que la calidad de sonido deja que desear debido a las distorsiones que se derivan del uso precisamente de este material. De hecho en comparación con las cifras que ofrece un MP3 (16 bits de profundidad y 44,1kHz) en este bricolágico intento se llegó a 5 bits de profundidad con sólo 4,5 kHz, explicándose por la anchura del corte que efectúa el láser, mayor que la que sería necesaria.
Parece que aún no tendremos que desprendernos de nuestros viejos vinilos pero para satisfacer la curiosidad y tener un disco diferente a todo al menos sí vale el procedimiento.
En el siguiente enlace podéis seguir con mayor detalle todo el proceso así como encontrar la información pertinente y las instrucciones por si queréis repetir la bricohazaña en casa. El único problema añadido al tradicional de que el disco se raye será, en este caso, la posibilidad de que además sufra un ataque de carcoma.
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