¿Por qué es difícil que los unicornios sean rentables?

La startups valoradas en más de 1.000 millones de dólares no siempre consiguen ser rentables, pese a la cantidad de dinero que mueven.

A todos nos deslumbran los éxitos fulgurantes, los que llevan a sus emprendedores de la nada al estrellato. Esos casos de jóvenes que empezaron con su idea de negocio en un garaje, sus propios apartamentos o como un proyecto de la universidad. Ni siquiera hace falta que tengan una historia curiosa detrás, aunque es un indudable atractivo añadido.

El ecosistema tecnológico se presta especialmente a historias de éxito, con su especial desarrollo de startups. Hay toda una legión de firmas que han llegado en pocos años a transformar completamente el panorama tecnológico, creando productos que llegan a masas, cambiando el modo en el que se relaciona la gente o accede a contenidos tradicionales y poniendo o modificando, con ellos, los cimientos de varias industrias.

Ante el auge de las startups de alta valoración se acuña el término unicornio, refiriéndose a aquellas firmas emergentes privadas que alcanzan un valor de mercado superior a los 1.000 millones de dólares. La última recopilación de la consultora CBInsights distingue un total de 196 unicornios, que suman entre todas 679.000 millones de dólares. El podio lo coronan dos empresas que son competencia directa la una de la otra, aunque en distintos mercados: Uber y Didi, valoradas respectivamente en 68.000 y 50.000 millones de dólares. En tercer lugar está la china Xiaomi, con 46.000 millones.

Al ver estas cifras la sensación es, sin duda, de encontrarnos ante un modelo de negocio que a fuerza tiene que generar importantes beneficios. Esta misma semana se ha conocido la noticia de que una de las compañías del club de los unicornio, la fintech británica TransferWise, es ya rentable. De la primera de la lista, Uber, todavía está por confirmarse que saque beneficios. ¿Es extraño el caso de Uber? ¿Es precisamente noticiable el de TransferWise porque no estamos acostumbrados a ver unicornios rentables? ¿Se les llama precisamente unicornios porque en el fondo son pura mitología?

Cuando valoración y rentabilidad no van de la mano

Para indagar en esta cuestión es interesante recordar que las valoraciones de firmas privadas no tienen nada que ver con el valor en mercado de las públicas. Como recordaban en Fortune en un artículo de 2015, las primeras son simplemente la tasación de un pequeño grupo de inversores que varían en función de las rondas, sin someterse al escrutinio público, en tanto las que cotizan en bolsa deben enfrentarlo cada día, una vez se abren los mercados.

Pero el hecho de que las valoraciones sean tan elevadas tiene consecuencias. No todos los unicornios que terminan optando por salir a bolsa consiguen igualar sus precios previos o, caso de Facebook, Twitter o Snap, tras su estreno experimenten un retroceso. La otra salida tradicional para las startups, la adquisición por parte de otra compañía, se dificulta al establecerse estas altas cantidades. Esto lleva a que inversores como el socio de la firma Benchmark, Bill Gurley, recomienden generar beneficios, conseguir ser rentables, como forma de tomar el control total en la empresa. Esto no siempre es fácil.

Parte de la explicación se puede encontrar en la propia mentalidad startup. Silicon Valley, o sus homólogos en otros países, son entornos agrestes. La competencia es feroz, y la presión se incrementa a medida que aumentan las expectativas que genera el negocio. Muchas firmas optan por una estrategia basada en el gasto y la diversificación, intentando cubrir cada vez más mercado. Es lo que Gurley denomina una mentalidad spend-to-win, gastar para ganar. El problema es que invertir más no siempre conlleva recuperar más. A veces simplemente conlleva invertir más. A veces, una gran valoración implica un mayor gasto.

Por eso, que un unicornio consiga ser rentable sin salir a bolsa (o antes de salir a bolsa) y mantenga el control de su negocio es, a día de hoy, noticiable. Habrá que esperar para comprobar si en algún momento el sector se estabiliza hasta llegar a la normalización, o si estamos de nuevo en la fase previa al estallido de una burbuja.