Hace unas semanas nos hacíamos eco aquí en The Inquirer de la estrambótica historia del usuario de Twitter que se vio obligado a ceder su singular cuenta, identificada por la arroba y la letra ene, tras ser víctima de extorsión y cyberacoso por parte de un usurpador interesado en hacerse con ella.
Tras varios ataques a diversas cuentas desde las que administraba páginas web, haber perdido el acceso a la gestión de dominios profesionales y alguna que otra amenaza, Hiroshima se rindió y cedió su cuenta en Twitter, tan original como @N.
El final feliz llega ahora que la cuenta ha regresado al avispado Hiroshima, que no dudó en cuanto tuvo noticia de la existencia de Twitter en darse de alta como usuario identificándose únicamente con la inicial de su nombre de pila, lo que más tarde despertaría una envidia casi enfermiza que por el momento ha sido solucionado.
Aún no se han difundido todos lo detalles del asunto, pero teniendo en cuenta que Hiroshima argumentaba al explicar lo sucedido que quien le extorsionó para que le cediera esa cuenta de Twitter consiguió hacerse pasar por él gracias a determinados fallos de seguridad en PayPal y GoDaddy, la explicación más plausible es que haya conseguido que Twitter le devuelva la cuenta, como legítimo propietario, al poder demostrar que las empresas mencionadas pudieron facilitar la información al extorsionador para que, mediante procedimientos de ingeniería social, accediese a esa posición que le permitió perjudicar a Hiroshima hasta obligarle a ceder a la extorsión.
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